A 40 años de la inauguración del Mundial 78: un fiesta de emociones y contrastes. El único Mundial que organizó Argentina se disputó en plena dictadura militar. Asì titula hoy Clarín su particular versión a 40 años del Mundial de Fútbol Argentina 1978.
Lo que va de ayer a hoy.
La estructura camaleóntica del mayor grupo mediático de Argentina y probablemente el tercero de Latinoamérica detrás de Televisa (México) y O’Globo (Brasil). Formador de opiniones, creador de mentiras, aliado del poder de turno.
Los tres casos simbolizan el mayor multimedio mediático en sus respectivos países. Han sido factores de poder fundamentales, han apoyado dictaduras, han sugerido y depuesto presidentes. Han difamado y operado en función de sus intereses, pero a pesar de ello suelen presentarse como adalides de la prensa independiente. Tres grupos económicos que mueven sumas de dinero que cotizan en bolsa y responden (o son) el establishment económico de sus respectivos países.
La versión actual de Clarín sobre el Mundial 1978.
Hacía frío y estaba soleado aquel 1° de junio de 1978. Muy parecido a este viernes 1° de junio de 2018 en la Ciudad de Buenos Aires, 40 años después. Había clima de Mundial. Había expectativa. Había esperanzas. Había dolor.
El remodelado estadio de River fue el escenario principal de lo que ocurrió ese día. Un celoso control para casi 80 mil personas, un discurso grandilocuente, una rutina gimnástica, una suelta de palomas, un partido. Una fiesta que pocos argentinos lograron ver por televisión en colores, recién inaugurada. La mayoría, en blanco y negro. Otros, ni eso.
A cuatro décadas del mayor del mayor evento futbolístico que vivió el país, las dos caras de aquella Argentina siguen presentes, como parte de una tragicomedia nacional.
Argentina inauguraba su Mundial después de intentarlo por 40 años y de perder tres votaciones.
No fue en 1938, en plena década infame, la del fraude patriótico. En junio de 1938 el presidente era Roberto Marcelino Ortiz, por la Concordancia y hombre de la UCR antipersonalista.
No fue en 1962, en plena disputa de dos bandos militares, azules y colorados. Desde fines de marzo de 1962 el presidente era José María Guido, tras el derrocamiento de Arturo Frondizi.
No fue en 1970, en el fin de la Revolución Argentina de Juan Carlos Onganía y el inicio de otro gobierno de facto, el de Roberto Levingston.
Fue en 1978, en la dictadura más sangrienta que vivió el país, con el dictador Jorge Rafael Videla como presidente.
Juan Carlos Aramburu era el arzobispo de Buenos Aires y en su homilía, durante la misa celebrada por el éxito de la Copa, remarcó la “oportunidad para desarrollar la fraternidad de relaciones entre razas, diversos niveles humanos ideologías y filosofías políticas”.
A menos de mil metros de allí funcionaba un centro clandestino de detención en la Escuela Mecánica de la Armada, hoy Museo Sito de Memoria ESMA.
El Mundial quedó inaugurado con un discurso del presidente. Videla, quien murió en una cárcel común acusado de crímenes de lesa humanidad, habló de “civismo”.
La versión de Clarín en 1978 acerca del Mundial y la Junta Militar.
Las tapas de Clarín antes, durante y después del Mundial.
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