Es inútil perseguir el relato en los míticos collages de Max Ernst, pero subyace un mantra, bajo el cut-up de folletines decimonónicos y sus criaturas antropomorfas dominadas por extrañas pasiones.
A lo largo de su variada carrera artística, Ernst se caracterizó por ser un experimentador infatigable, utilizando una extraordinaria diversidad de técnicas, estilos y materiales. En todas sus obras buscaba los medios ideales para expresar, en dos o tres dimensiones, el mundo extradimensional de los sueños y la imaginación.
Su obra tendría una gran influencia en multitud de artistas.
Es el caso del historietista español Josep María Beà, quien durante su estancia en París en los años 60, se deja subyugar por obras como Una Semaine de Bonté, la cual le "contagia la necesidad de usar el collage utilizando grabados extraídos de revistas del siglo XIX", como puede comprobarse en su serie fantástica Tales Of Peter Hypnos (1975-76).
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