La incorporación de las nuevas tecnologías ha cambiado drásticamente los hábitos sociales de las sociedades avanzadas y, por lo tanto, la manera de obtener información y comunicarnos. A consecuencia de ello, cada vez están más extendidas las herramientas de intercomunicación y expresión social. Frente a estos cambios sociales, la adquisición de nuevos conocimientos queda muy lejos de aquello que tradicionalmente se utilizaba para canalizar la información.
En conjunto, esto comporta una nueva manera de «iniciarse», no importa en qué, pero que responde a la nueva forma de vivir las experiencias. Pensemos, por ejemplo, en un consumidor de vino que, actualmente tenga entre 50 y 60 años: muy probablemente, su iniciación se produjo de forma natural al ver que sus progenitores lo consumían habitualmente acompañando las comidas, ya que el vino ha estado siempre presente en la dieta, tanto desde el punto de vista alimentario como cultural.
El recorrido ha sido simplemente una cuestión de aprendizaje, de memorización de aromas y sabores, de refinamiento del gusto, de creación de opinión propia y —porqué no— de un aprendizaje temporizado a partir de opiniones compartidas con otros consumidores o, entre los más entusiastas, una iniciación académica (aunque haya sido de simple aficionado) y de recolectar comentarios de líderes de opinión en la materia.
Las generaciones más jóvenes no han pasado, en general, por la primera etapa, debido a que los hábitos familiares en los hogares de nuestro país han ido cambiando, y ya es muy difícil agrupar a la familia alrededor de la mesa para compartir la comida, pero el legado del vino y su valorización como elemento de la dieta mediterránea, han hecho que mantenga un cierto valor en el universo gastronómico de los jóvenes actuales. A pesar de ello, es preciso mejorar esta posición... Y es, precisamente por ello, una de las cuestiones que más interesa y preocupa en estos momentos a organismos oficiales e instituciones dedicadas velar por las bondades del consumo del vino, y su posición es analizar en profundidad cómo los jóvenes de hoy día se inician y continúan en el consumo del vino y qué valores son los que prevalecen en el momento de decidir su compra.
El vino se halla en el cruce entre la tradición y la modernidad. El enólogo se sirve de la tradición, conoce la tierra y el manejo de la tecnología para obtener los mejores vinos, pero para asegurar una nueva generación de consumidores es preciso conocerlos a fondo y saber sus formas de relacionarse.
Les proponemos reflexionar conjuntamente en torno a determinadas escenas que se producen en el Japón actual; una de las sociedades en las que el individuo —especialmente el joven—, hace un uso más avanzado de la tecnología.
Escenas de reflexión
En Japón, la sociedad vive intensamente la era de la tecnología. Viajar a ese país asiático y ver la gran diferencia que existe respecto de nuestra sociedad es realmente interesante. Como muestra, sólo es preciso hacer hincapié en que en Japón se fabrican muchos gadgets tecnológicos de consumo interno, que no llegan a exportarse. Son los reyes del entretenimiento y, para ellos, la conectividad (a velocidades de vértigo y a costos muy competititvos) en cualquier rincón del país, es una realidad que funciona desde hace muchos años. Para los japoneses, el teléfono móvil se ha convertido en un apéndice imprescindible; son los que más horas al día lo utilizan y no sólo para hablar sino también para navegar, acceder al correo electrónico, a las redes sociales, al GPS, a la targeta de crédito...e incluso algunos modelos se utilizan como llave para entrar a sus domicilios o a la oficina. Lo más común es que, antes de salir de casa, un japonés consulte a través de su móvil, la meteorología, el estado del transporte público, y si tienen un desplazamiento poco usual, un mapa interactivo conectado al GPS para guiarse, incluso en los túneles del metro, hasta su destino final.
Puestos en esta dinámica, la utilización de los códigos QR está plenamente extendida, y uno de sus usos más interesantes es en las tiendas especializadas donde los QR proporcionan amplia información al consumidor, que está pensando en adquirir algún producto. (Ir al artículo «Etiquetas de vino conectadas al mundo».)
Manga y vino.
Otro fenómeno social japonés que está teniendo gran trascendencia en el mundo del vino es su presencia en la literatura manga. (Si nos fijamos en el vídeo de demostración del software que se comenta en el cuadro adjunto, uno de los códigos QR que se consultan con el móvil procede de una publicación manga.)
Todos conocen o han oído hablar de los mangas. Como sabemos, Japón es la cuna de estas historietas, que arrasan entre los más jóvenes (y los no tan jóvenes). La fiebre nipona para este tipo de publicaciones se ha extendido por todo el mundo y la producción japonesa de series y películas basadas en mangas de éxito es más conocida. Uno de los destacados esteaño 2009 ha sido Kami no Shizuku (Las Gotas de Dios), un manga de gran éxito, trasladado a serie televisiva, y que se está extendiendo por todo el mundo, en el cual, la enología y la cultura del vino tienen un gran protagonismo. (De momento, en papel se ha publicado la versión en francés, pero en Internet podemos seguir los 18 capítulos on-line.)
Las Gotas de Dios relata la historia de dos hermanastros, hijos del crítico de vinos de más prestigio del país que, al morir, deja un importante legado. Accederá aquel que consiga encontrar «los 12 Apóstoles y las Gotas de Dios», en referencia a los mejores vinos del mundo, según el criterio del difunto padre. El hijo adoptivo es un reconocido sommelier, mientras que el hijo natural no tiene experiencia en vinos. La disputa está servida para heredar la fortuna... y la sabiduría paterna.
Los episodios se suceden constantemente en el mundo de la enología, con un dato curioso y espectacular: los vinos que salen en el cómic —y más tarde también en televisión— son vinos reales, que existen en el mercado. La repercusión de esta publicación ha sido de tal magnitud, que los comerciantes de las bodegas especializadas admiten un incremento en sus ventas y una solicitud remarcable de los vinos que en él se mencionan. Las cartas de vinos en restaurantes y líneas aéreas tampoco escapan de la influencia de la serie. Kami no Shizuku es un ejemplo de trabajo bien documentado sobre el mundo del vino, realizado desde una perspectiva rigurosa, nada solemne y atractiva para los jóvenes.
Debemos mencionar que esta fiebre ha atacado ya a otros países del entorno como Corea, donde también es un fenómeno de masas y donde se ha constatado un incremento del interés por el vino, sobre todo por parte del público más joven, en la franja de edad de entre los 24 y los 30 años. En ese país ya se ha realizado una versión fílmica del manga.
No hay duda de que esta publicación ha contribuido a incrementar el interés por el vino de muchos jóvenes, que ahora se dirigen a tiendas especializadas en la búsqueda de vinos, emulando a los protagonistas del manga.
Wine bars.
Paralelamente, en los últimos años se está viviendo también la proliferación de wine bars, sobre todo en las ciudades japonesas más importantes, como Tokio, Kyoto y Osaka, y el nacimiento de un tipo de establecimientos muy curiosos en las afueras de las grandes ciudades, consistentes en casas rurales rehabilitadas en las cuales grupos de jóvenes se reúnen para preparar de forma comunitaria un almuerzo o cena, acompañados de buenos vinos y buena música, en largas veladas que invitan a la relajación y el diálogo. El Spice Café es uno de ellos.
Wine bar en Tokio.
Nos hallamos frente a un fenómeno que hay que aprovechar. Las nuevas tecnologías combinadas con un público interesado y que pide nuevos productos son la puerta de entrada a un gran mercado que quiere sensaciones y experiencias diferentes. Hace poco se ha estrenado El mapa de los sonidos de Tokio, la última película de la directora de cine Isabel Coixet. En la cinta, ambientada en Japón, Sergi López interpreta el papel de un español que posee una tienda especializada en vinos de la capital nipona... Quizás el personaje y el escenario fueron escogidos al azar, pero la experiencia nos dice que, en el cine, las storyboards siempre tienen un porqué.
Nuevos tiempos, nuevas sensaciones, nuevos canales de comunicación, nuevas herramientas tecnológicas.
Hemos de empezar a adaptar nuestro universo comunicacional a la nueva realidad, si no queremos perder la oportunidad de conectar con esta nueva manera de interactuar. Debemos ponernos al día intentando entender todo lo que, en estos momentos, se vive en la red y más allá, puesto que sabemos que acabará repercutiendo en los hábitos sociológicos. Educar paladares, fomentar la cultura del vino y consolidar el consumo es uno de ellos. En Japón, el vino ya ha entrado en el paisaje del siglo XXI.
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