Pepe Márques Es pintor, escritor y fundador de la compañía Cacahuate, que pone en escena la encantadora historia de "Ñok", un hombrecito de Neanderthal.
Si quieren ver el video está en esta dirección:
Un hombre de Neanderthal de unos 30 centímetros de altura se calienta frente a un fuego en miniatura. De su boca sólo salen sonidos guturales. Baila al ritmo percutivo de fuertes tambores. El creador de este mundito original que puede espiarse en la obra para chicos Ñok es Pepe Márquez, diseñador gráfico, pintor y director de teatro.
Hace unos siete años Márquez creó la compañía de teatro Cacahuate, que enseguida se desdobló en una editorial de libros infantiles (y de los otros).
Mundus Trucus fue su primera producción teatral, la segunda es la preciosa Ñok, que pone en escena a unos encantadores muñecos manejados con destreza expresiva por Pedro De Simone, Alejandro Szadurski y Lucas Díaz.
Y puede verse los fines de semana de este mes en el Centro Cultural Raíces.
"Yo trabajaba en el Parque de la Costa -cuenta Márquez cuando se le pregunta cómo se acercó a la producción infantil-, empecé en dirección de arte y después trabajé mucho con Leandro Panetta, y allí aprendí el metier".
Y ahí se empezó a interesar en el teatro para chicos, él que venía de la comicidad under.
Cuando estrenaron Mundus Trucus en 2002, decidieron editar la historia. "Y ya que hago eso, hago una editorialcita y veo qué pasa", se dijo a sí mismo Márquez, que cuenta con numerosos amigos dibujantes de cuentos para chicos.
Ya tienen 9 títulos editados: La pulga ochoa, Zorrolfo en el sur, Manual de bolsillo Ninja, entre otros.
El proyecto de Ñok demandó dos años de trabajo, diseñando los muñecos, probando distintos prototipos, investigando las distintas formas de manejarlos y sus potencialidades expresivas.
Después, fue el turno de la investigación sobre el mundo Neanderthal y la escritura de la obra.
Su creación -explica Márquez- se basó en ciertos dogmas, todos definidos por un objetivo práctico: poder llevar a la obra de gira. Pueden resumirse en tres: no usar materiales rígidos (deben ser fáciles de transportar), no más de tres personas en el escenario y prescindir del texto (para que pueda ser vista en cualquier país).
Entonces llegaron los ensayos: cuatro horas todos los días durante siete meses. "Hubo mucha búsqueda, mucha entrega de los muchachos -asegura el director-, ¿viste que hay mucho detallecito? De las manitos, las patas, y eso se debe a que, como no trabajamos con luz negra, tenemos un trabajo extra en lograr que el espectador se abstraiga de la presencia de los titiriteros y que vean sólo los muñecos. Uno de los imanes es la perfección".
La historia de Ñok y su papá -dos Neanderthales tan hoscos como queribles que emprenden la marcha hacia el lugar donde abunda la comida- tiene dos niveles de relato: los sucesos en sí y los raccontos que se realizan recurriendo a una especie de encantador kamishabi (teatro de papel).
En esencia, recurre al clásico formato de aventura del héroe que empieza de una manera, enfrenta un conflicto y termina transformado. Después de atravesar frías estepas y enfrentar innumerables peligros, Ñok no volverá a ser el mismo.
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