Escasez de alimentos y agua potable, desplazamientos humanos, guerras... son algunas de las amenazas que representa para millones de países pobres- principalmente- la desertificación y la sequía.
La ONU designó en 1994 el 17 de junio como Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, fenómeno que afecta a más de 30 por ciento de la superficie de los continentes, donde sobreviven millones de personas en condiciones de falta de agua y de alimentos.
Este problema consistente en la degradación persistente de los ecosistemas de tierras secas está presente en más de 110 países, y cada año se pierden alrededor de seis millones de hectáreas de suelos productivos por su causa.
La cola de problemas que ocasiona pone en peligro el logro de los objetivos de desarrollo del milenio para el 2015, pues resulta imposible combatir la pobreza y el hambre si la tierra no genera frutos por su agotamiento.
Asimismo resulta imposible protegerse y combatir enfermedades si escasea el alimento. También se hace difícil para los más pobres preservar el medio ambiente cuando la urgencia es explotar la tierra -afectada por la desertificación- para extraer sus frutos.
Sobre esta realidad, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, recordó que más de mil millones de personas viven en regiones áridas vulnerables a la desertificación, razón por la cual las acciones encaminadas a lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio "tropiezan con dificultades particulares".
Las tierras secas que se dividen en cuatro subtipos, sub húmedas secas, áridas, semiáridas e hiperáridas. En total representan más del 40 por ciento de la superficie y en ellas viven millones de personas.
El 30 por ciento de los cultivos que se consumen en el mundo provienen de zonas áridas- dijo Ban- quien recordó además que el 2010 es el Año de la Biodiversidad Biológica.
Precisamente, la diversidad biológica del suelo en esas regiones desempeña un papel clave en la transformación del carbono atmosférico en carbono orgánico del cual las tierras áridas constituyen una fuente principal.
Por ese motivo, el Secretario General de la ONU subrayó la necesidad de proteger y restaurar las regiones áridas, lo que da la posibilidad de reforzar la seguridad alimentaria y hacer frente al aumento de la temperatura global.
"En este día, reafirmemos nuestro compromiso en la lucha contra la desertificación y la degradación de las tierras y en la mitigación de los efectos de la sequía, y reconozcamos que cuidar de nuestros suelos equivale a cuidar de la vida en la Tierra", instó.
Hacerlo es una necesidad imperiosa, pues solo entre 18 y 25 centímetros de la capa superficial del suelo es el espacio que se interpone entre el hombre y la extinción, subrayó el secretario ejecutivo de la Convención de las Naciones Unidas contra la Desertificación, Luc Gnacadja.
Ahí, además de producirse los alimentos que necesitamos, se desarrollan otros seres vivos, muchos son imposibles de observar a simple vista; se trata de microorganismos que constituyen la mayor parte de la biomasa terrestre y cuyas funciones son esenciales para hacer frente a la gestión medioambiental, el cambio climático y el desarrollo del ser humano.
Estos organismos contribuyen a fijar el nitrógeno, a la retención de la humedad en el suelo, al secuestro del carbono, al control de los procesos de descomposición y de plagas, al reciclaje de residuos y a la regulación del clima.
Mejorar el suelo en un lugar mejora la vida en todas partes, reza el lema con que este año el mundo conmemora el Día de lucha contra la desertificación y la sequía.
Este es un llamado a que cada uno ponga su grano de arena para proteger la salud de la tierra, de lo contrario ¿dónde quedaría el bienestar humano?
La ONU designó en 1994 el 17 de junio como Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, fenómeno que afecta a más de 30 por ciento de la superficie de los continentes, donde sobreviven millones de personas en condiciones de falta de agua y de alimentos.
Este problema consistente en la degradación persistente de los ecosistemas de tierras secas está presente en más de 110 países, y cada año se pierden alrededor de seis millones de hectáreas de suelos productivos por su causa.
La cola de problemas que ocasiona pone en peligro el logro de los objetivos de desarrollo del milenio para el 2015, pues resulta imposible combatir la pobreza y el hambre si la tierra no genera frutos por su agotamiento.
Asimismo resulta imposible protegerse y combatir enfermedades si escasea el alimento. También se hace difícil para los más pobres preservar el medio ambiente cuando la urgencia es explotar la tierra -afectada por la desertificación- para extraer sus frutos.
Sobre esta realidad, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, recordó que más de mil millones de personas viven en regiones áridas vulnerables a la desertificación, razón por la cual las acciones encaminadas a lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio "tropiezan con dificultades particulares".
Las tierras secas que se dividen en cuatro subtipos, sub húmedas secas, áridas, semiáridas e hiperáridas. En total representan más del 40 por ciento de la superficie y en ellas viven millones de personas.
El 30 por ciento de los cultivos que se consumen en el mundo provienen de zonas áridas- dijo Ban- quien recordó además que el 2010 es el Año de la Biodiversidad Biológica.
Precisamente, la diversidad biológica del suelo en esas regiones desempeña un papel clave en la transformación del carbono atmosférico en carbono orgánico del cual las tierras áridas constituyen una fuente principal.
Por ese motivo, el Secretario General de la ONU subrayó la necesidad de proteger y restaurar las regiones áridas, lo que da la posibilidad de reforzar la seguridad alimentaria y hacer frente al aumento de la temperatura global.
"En este día, reafirmemos nuestro compromiso en la lucha contra la desertificación y la degradación de las tierras y en la mitigación de los efectos de la sequía, y reconozcamos que cuidar de nuestros suelos equivale a cuidar de la vida en la Tierra", instó.
Hacerlo es una necesidad imperiosa, pues solo entre 18 y 25 centímetros de la capa superficial del suelo es el espacio que se interpone entre el hombre y la extinción, subrayó el secretario ejecutivo de la Convención de las Naciones Unidas contra la Desertificación, Luc Gnacadja.
Ahí, además de producirse los alimentos que necesitamos, se desarrollan otros seres vivos, muchos son imposibles de observar a simple vista; se trata de microorganismos que constituyen la mayor parte de la biomasa terrestre y cuyas funciones son esenciales para hacer frente a la gestión medioambiental, el cambio climático y el desarrollo del ser humano.
Estos organismos contribuyen a fijar el nitrógeno, a la retención de la humedad en el suelo, al secuestro del carbono, al control de los procesos de descomposición y de plagas, al reciclaje de residuos y a la regulación del clima.
Mejorar el suelo en un lugar mejora la vida en todas partes, reza el lema con que este año el mundo conmemora el Día de lucha contra la desertificación y la sequía.
Este es un llamado a que cada uno ponga su grano de arena para proteger la salud de la tierra, de lo contrario ¿dónde quedaría el bienestar humano?
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