Y las frases hechas mienten tanto como las improvisadas. Estamos en el mundo de lo visual, de lo multimedia incluso, donde las palabras han cedido todo su terreno a las imágenes, los sonidos, y próximamente, en sus cines favoritos, a los olores. Y para ello se han (nos hemos) escudado en una gran mentira: Una imagen vale más que mil palabras.
Lo podemos repetir cuantas veces creamos conveniente, mejor si es antes de dar paso a una serie de imágenes que “hablarán por sí solas”, pero no porque usemos un latiguillo mal construido significa que decimos algo cierto.
Para mi gusto quien mejor retrató esta falacia tan comúnmente repetida (y aceptada como verdad absoluta, y no como mero eslogan, por demasiada gente) es Quino.
Así es, un dibujante, un caricaturista. Pero justamente, al ser conocedor del arte de la imagen y el de la palabra por igual, dejó patente la mentira en una tira de seis viñetas, donde la imagen en todas es la misma, un soldado que da/recibe algo con una niña que se aferra a su muñeca y una madre que sostiene dicho objeto y abraza a la pequeña, todo ello en una zona ruinosa.
Cada imagen es acompañada del “inicio” de la noticia que retrata, con el texto el significado de la imagen cambia radicalmente, especialmente importantes el primero y el último, porque son la cara y la cruz de la misma moneda, con los mismos personajes una de ellas habla de un soldado bueno ante los destrozos de la guerrilla y en la otra del guerrillero bueno ante los destrozos realizados por el sanguinario ejército…
Las imágenes, ellas solas, no hablan ni cuentan nada “objetivo”, las imágenes son una congelación de un momento desde el punto de vista del reportero gráfico (o artista fotográfico), son su visión a través de un lente. Una imagen puede ayudar a describir, puede enseñarnos cosas que las palabras son incapaces de transmitir (esa mirada del soldado mientras muere abatido, esos ojos del niño de una fabela que pide para subsistir, ese y cualquier otro sentimiento puede ser capturado por una cámara), pero las fotografías y los vídeos no explican nada. Y están para cumplir una función clara dentro del medio que las publica o utiliza.
Las fotos, y siempre hablo de “por sí mismas”, no son ni objetivas ni honradas, son un medio más ya sea para informar o para desinformar, sirven para ambos objetivos con el mismo ímpetu y fuerza, y no sólo porque hoy por hoy la manipulación de las imágenes sea más sencilla que nunca (no lo olvidemos, siempre se han “toqueteado”), sino porque son lo que siempre fueron, miradas subjetivas que congelan un instante concreto (o una serie de instantes en el caso de los vídeos), no muestran ni el pasado ni el futuro, y vive dios que no explican por qué se ha llegado a ese instante.
Los medios de información masivo (llamémosles así por respeto a los pocos agentes dentro de dichos medios que sí se esfuerzan por informar) ya no explican, solo cuentan. Y para contar se valen de las imágenes, porque en ellas vemos de forma rápida lo que nos quieren contar (y con más morbo si cabe). Si sus textos ya no dan información sino que son simples crónicas totalmente subjetivas de instantes concretos, sus imágenes son la forma rápida de rellenar la información no dada por las pocas palabras en las que se describen los hechos.
Vuelvo al chiste de Quino, con una misma imagen se cuentan seis historias completamente diferentes, y eso lo podemos hacer con cualquier foto, e incluir el texto que nos venga en gana (buenos escándalos se han dado con informaciones, crónicas desde el lugar, que se vieron completamente falsas, directamente inventadas).
Para entender un hecho concreto, una situación de esas que son acompañadas con tres líneas y grandes fotos, hay que ver el pasado, el presente, e intentar intuir el futuro, hay que entrar no sólo en la superficie sino en lo más profundo, en las causas y los efectos, en todas esas pequeñas historias afectadas por ese graan hecho, y sólo así conseguiremos una pequeña aproximación a la realidad.
Pero nos quedamos con que cien casas se derrumbaron acá, trescientas personas pasan hambre allá, quince vidas se perdieron ahí, todas esas noticias acompañadas por una foto que las ilustra como un guante, incluso, las cubre igual. Y no hay más, nada más. No nos cuentan por qué esas trescientas personas pasan hambre, ni nos dan elementos para nosotros “completar” la noticia, no nos dicen nada, salvo “ya están informados, y nosotros les informamos”.
Pero vuelvo a las imágenes, ellas, por sí, como vengo diciendo, no cuentan nada. Incluso, saca una foto de un niño pobre en una pueblo joven peruano, un narcotraficante millonario enseñándonos su palacete colombiano y ese banquero estadounidense llorando por la caída de sus acciones a niveles ridículamente bajos y quítales su contexto (el que someramente acabo de dar), tenemos a un niño pobre que no sabemos ni de dónde es ni por qué es pobre, o al menos lo aparente, ¿su familia perdió todo en la crisis económica? ¿Es de una barriada de desplazados por la contaminación de una mina de sus ahora antiguas tierras? ¿Es de una familia porque quiere? ¿Es la excepción dentro de su boyante país? ¿Es el más ricos de su pobrísimo país? ¿Es el resultado de un problema pasajero que se está solventando o simplemente uno entre tantos causado por un problema estructural que ni se corrige ni se quiere corregir? Esa imagen, como mucho, nos dice que hay un niño que parece tener hambre.
Ni más, ni menos. No explica que es de un pueblo joven, no nos cuenta que hay cientos de miles como él, no nos comenta el sistema económico de su país ni que sus padres migraron con él por la violencia en sus pueblos… No dice nada. Podemos hacer el mismo ejercicio con las otras fotos que he comentado, pero el resultado sería el mismo, pueden inventarse cuantas historias quieran con esas imágenes.
Vivimos en una sociedad que ha sacralizado la imagen, si hay fotos ya está todo dicho, si no existen imágenes es que nada pasa. Vivimos en una sociedad que desplaza las palabras y las explicaciones de fondo (siempre subjetivas) en favor del facilismo de lo visual, con ello, además, el ejercicio crítico de los habitantes de nuestra sociedad va disminuyendo, ni siquiera tenemos que usar nuestra imaginación para retratar en imágenes las palabras de ese corresponsal de guerra, nos dan la imagen, que en principio se procesa rápidamente, y viento, que ya no hay nada más que decir. No se debate sobre tal o cual hecho o por qué esas imágenes parecen decir pascual. Jamás. Se toma la imagen como verdad absoluta y objetiva, y cualquier debate debe partir de la propia imagen, de la realidad que nos dicen que cuenta, y con ello hemos conseguido que lo visual gane al resto de sentidos, y a la propia mente.
Si te ha gustado el artículo inscribete al feed clicando en la imagen más abajo para tenerte siempre actualizado sobre los nuevos contenidos del blog:
Espero que esta publicación te haya gustado. Si tienes alguna duda, consulta o quieras complementar este post, no dudes en escribir en la zona de comentarios. También puedes visitar Facebook, Twitter, Google +, Linkedin, Instagram, Pinterest y Feedly donde encontrarás información complementaria a este blog. COMPARTE EN!
0 comentarios:
Publicar un comentario
No incluyas enlaces clicables. No escribas los comentarios en mayúsculas. Caso contrario serán borrados. Muchas gracias por la colaboración..