Existen unos pocos sellos postales a los que los principales catálogos mencionan pero no les asignan precio alguno, ya que sencillamente no pueden hacerlo por ser estampillas con un valor inapreciable. Entre ellos se hallan el “Velero magenta” de la Guyana Británica y el “3 skillings amarillo” de Suecia.
En ambos casos se trata de sellos de los que se conoce un único ejemplar.
El primero de ellos es considerado el sello mas raro del mundo pero no es el que ha alcanzado el precio mas alto.
Este record lo mantiene el segundo de los sellos mencionados, por el cual se llegaron a pagar 2.27 millones de dólares en 1998.
Algunas estampillas son muy apreciadas por su rareza. Otras se destacan por el hecho de ser errores de producción. El “3 skillings amarillo” reúne ambas condiciones. Es un error de las primeras estampillas emitidas por Suecia en 1855. El sello normal, que es por sí mismo bastante escaso, tiene un color verde azulado.
A pesar de haberse emitido en 1855, los detalles acerca de su descubrimiento fueron conocidos recién en 1922, al rematarse la famosa colección del conde Philippe de la Renotiere von Ferrari. En esa oportunidad, una persona llamada Georg Wilheim Backman relató a un periodista cómo, cuando era un escolar de 14 años, tuvo el tesoro en sus manos y lo dejó escapar.
Contaba Backman que, siendo él estudiante en un colegio de Estocolmo, oyó decir que un comerciante llamado Heinrich Lichtenstein compraba los viejos sellos “skilling” y los pagaba buen dinero: siete coronas cada ejemplar de 3 o 24 skillings.
Cuando en sus vacaciones fue a visitar a su abuela al pequeño pueblo donde ella vivía obtuvo la autorización para revisar viejos papeles y cartas de su abuelo fallecido y retirar de las mismas los sellos “skilling” que encontrara. Entre los que halló había uno solo del valor de 3 skillings, y era de color amarillo anaranjado.
A su regreso a Estocolmo, concurrió inmediatamente al comercio de Lichtenstein con su cosecha. Al observar el sello amarillo, el negociante manifestó no solo su inmediato interés sino también su sorpresa repitiendo varias veces “…pero es amarillo!…”
Backman, que ignoraba el verdadero color de los distintos valores por ser muy joven y no ser coleccionista, pensó que Lichtenstein no le compraría el sello, por lo que se animó a preguntar si acaso esa estampilla no debía ser amarilla, a lo que el comerciante respondió “…no, tendría que ser verde…”
Backman prosiguió su relato contando que el comerciante examinó larga, atenta y detenidamente el sello con una lupa sin dejar de repetir “…pero es amarillo!…” En ese momento el joven tuvo la certeza de que había algo que no andaba bien y le preguntó al sorprendido Lichtenstein si no le pagaría la codiciada suma de siete coronas, a lo que el comerciante respondió obviamente en forma afirmativa, comprándole también los demás sellos que había cosechado en la casa de su abuela.
El joven Backman volvió esa tarde al colegio con tanto dinero en sus bolsillos como nunca antes había tenido.
Poco tiempo pasó para que Backman volviera a tener noticias de Lichtenstein. Fue mientras leía un artículo en el periódico “Svenska Dagladet” referente a una exposición filatélica organizada por el comerciante. En dicho artículo se hablaba del descubrimiento de Backman en los siguientes términos: “La joya de la exposición, que llenará de admiración a todos los filatelistas, es un sello de 3 skillings impreso en amarillo en vez de verde. Se le han ofrecido 300 coronas suecas por el mismo al señor Lichtenstein, pero se ha rehusado a venderlo ya que está seguro de obtener por este sello un valor mucho mas elevado”
Obviamente el joven Backman se lamentó largamente de su mal negocio, pero su madre lo consoló, haciéndole ver, como él recordaba, que “…el único culpable era yo, por mi ignorancia…”
El relato de Georg Backman termina aquí, pero la historia del sello continúa.
Finalmente, en 1894, Lichtenstein vendió la estampilla a un comercio de Viena, la agencia de Sigmund Friedl, en un precio que se ignora. Poco después la compró el legendario conde Philippe de la Renotiere von Ferrari en 4000 florines, unas 400 libras.
El sello permaneció en la colección del conde hasta su incautación y posterior remate por parte del gobierno de Francia en el año 1922, siendo adquirido por el barón Leijonhufvud, coleccionista especializado en estampillas suecas, que pagó 35.250 francos por el “tres skilling amarillo”
En 1926 fue adquirido por C. P. Tamm en una suma similar a la anterior, obteniendo 48.000 francos dos años después al vendérsela al doctor J. Ramberg. Tiempo después, el rey Carol I de Rumania pagó 120.000 francos por la excepcional estampilla.
Durante los años ’90, la estampilla fue subastada dos veces por la organización de David Feldman, pero según los informes, los ganadores de las respectivas subastas, no pagaron por completo el valor del sello, que fue finalmente vendido en forma privada a un coleccionista anónimo en 2.270.000 dólares en 1998.
De este modo, el legendario “3 skilling amarillo” de Suecia se convirtió en el sello mas caro del mundo, o bien por el cual se pagó la suma mas alta. Pero aunque parezca mentira, dicha suma no es la mas alta pagada por un ítem filatélico. 3.829.500 dólares, obtuvo David Feldman en 1993 por el famoso sobre con las dos estampillas “Post Office” de las Islas Mauricio.
En ambos casos se trata de sellos de los que se conoce un único ejemplar.
El primero de ellos es considerado el sello mas raro del mundo pero no es el que ha alcanzado el precio mas alto.
Este record lo mantiene el segundo de los sellos mencionados, por el cual se llegaron a pagar 2.27 millones de dólares en 1998.
Algunas estampillas son muy apreciadas por su rareza. Otras se destacan por el hecho de ser errores de producción. El “3 skillings amarillo” reúne ambas condiciones. Es un error de las primeras estampillas emitidas por Suecia en 1855. El sello normal, que es por sí mismo bastante escaso, tiene un color verde azulado.
A pesar de haberse emitido en 1855, los detalles acerca de su descubrimiento fueron conocidos recién en 1922, al rematarse la famosa colección del conde Philippe de la Renotiere von Ferrari. En esa oportunidad, una persona llamada Georg Wilheim Backman relató a un periodista cómo, cuando era un escolar de 14 años, tuvo el tesoro en sus manos y lo dejó escapar.
Contaba Backman que, siendo él estudiante en un colegio de Estocolmo, oyó decir que un comerciante llamado Heinrich Lichtenstein compraba los viejos sellos “skilling” y los pagaba buen dinero: siete coronas cada ejemplar de 3 o 24 skillings.
Cuando en sus vacaciones fue a visitar a su abuela al pequeño pueblo donde ella vivía obtuvo la autorización para revisar viejos papeles y cartas de su abuelo fallecido y retirar de las mismas los sellos “skilling” que encontrara. Entre los que halló había uno solo del valor de 3 skillings, y era de color amarillo anaranjado.
A su regreso a Estocolmo, concurrió inmediatamente al comercio de Lichtenstein con su cosecha. Al observar el sello amarillo, el negociante manifestó no solo su inmediato interés sino también su sorpresa repitiendo varias veces “…pero es amarillo!…”
Backman, que ignoraba el verdadero color de los distintos valores por ser muy joven y no ser coleccionista, pensó que Lichtenstein no le compraría el sello, por lo que se animó a preguntar si acaso esa estampilla no debía ser amarilla, a lo que el comerciante respondió “…no, tendría que ser verde…”
Backman prosiguió su relato contando que el comerciante examinó larga, atenta y detenidamente el sello con una lupa sin dejar de repetir “…pero es amarillo!…” En ese momento el joven tuvo la certeza de que había algo que no andaba bien y le preguntó al sorprendido Lichtenstein si no le pagaría la codiciada suma de siete coronas, a lo que el comerciante respondió obviamente en forma afirmativa, comprándole también los demás sellos que había cosechado en la casa de su abuela.
El joven Backman volvió esa tarde al colegio con tanto dinero en sus bolsillos como nunca antes había tenido.
Obviamente el joven Backman se lamentó largamente de su mal negocio, pero su madre lo consoló, haciéndole ver, como él recordaba, que “…el único culpable era yo, por mi ignorancia…”
El relato de Georg Backman termina aquí, pero la historia del sello continúa.
Finalmente, en 1894, Lichtenstein vendió la estampilla a un comercio de Viena, la agencia de Sigmund Friedl, en un precio que se ignora. Poco después la compró el legendario conde Philippe de la Renotiere von Ferrari en 4000 florines, unas 400 libras.
El sello permaneció en la colección del conde hasta su incautación y posterior remate por parte del gobierno de Francia en el año 1922, siendo adquirido por el barón Leijonhufvud, coleccionista especializado en estampillas suecas, que pagó 35.250 francos por el “tres skilling amarillo”
En 1926 fue adquirido por C. P. Tamm en una suma similar a la anterior, obteniendo 48.000 francos dos años después al vendérsela al doctor J. Ramberg. Tiempo después, el rey Carol I de Rumania pagó 120.000 francos por la excepcional estampilla.
Durante los años ’90, la estampilla fue subastada dos veces por la organización de David Feldman, pero según los informes, los ganadores de las respectivas subastas, no pagaron por completo el valor del sello, que fue finalmente vendido en forma privada a un coleccionista anónimo en 2.270.000 dólares en 1998.
De este modo, el legendario “3 skilling amarillo” de Suecia se convirtió en el sello mas caro del mundo, o bien por el cual se pagó la suma mas alta. Pero aunque parezca mentira, dicha suma no es la mas alta pagada por un ítem filatélico. 3.829.500 dólares, obtuvo David Feldman en 1993 por el famoso sobre con las dos estampillas “Post Office” de las Islas Mauricio.
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