Los faros arraigan en su estructura sólida y potente, la luz que arroja esperanza e ilumina en lo más oscuro de la inmensidad humana.
Para los nostálgicos, los aficionados a la naútica y la fotografía, los faros poseen un magnetismo particular y son sinónimo de luz y lealtad.
Con sus destellos que irrumpen en las noches a orillas del mar, los faros siempre tuvieron un aura mágica. Más allá de la función de orientar al navegante.
Faros, imponentes vigías de los cinco océanos. |
Faros, imponentes vigías de los cinco océanos.
Emplazados en parajes inhóspitos, los faros inquietan. Sus luces iluminan la travesía de los navegantes que buscan en sus destellos el sosiego de haber llegado al continente.
Faro de Punta Waipapa (Nueva Zelanda). |
Punta Waipapa.
En la peligrosa costa de Catlins se levanta este faro automatizado y que funciona alimentado por paneles solares.
Ubicado en Nueva Zelanda, esta reliquia construida en madera se encuentra en la peligrosa línea costera de Catlins con un historial de innumerables naufragios y accidentes.
Desde su construcción en 1884 hasta la actualidad, el faro se mantiene activo y está automatizado.
Faro de Pointe-au-Père (Canadá). |
Punta del Hidalgo.
Moderno e imponente, este faro ubicado en Tenerife, España, se levanta con su estructura blanca de 52 m de altura sobre el nivel del mar. Los técnicos que se encargan de su mantenimiento tienen que subir 246 escalones para llegar hasta la lámpara que cada 16 segundos emite tres destellos de luz blanca y roja.
Faro de Punta del Hidalgo (Tenerife, España). |
Faro de Swakopmund.
Queda en la República de Namibia. Tiene una torre de 35 m de alto que fue construida en 1903 luego de que una gran tormenta oceánica derribara al faro anterior.
Leer también: Efectos devastadores del cambio climático ofrecen con un balance desalentador.Hoy solo funciona como referencia para los barcos que buscan el puerto de aguas profundas de Walvis Bay.
Faro de Swakopmund (Namibia, Africa). |
Faro de Pointe-au-Père.
Sitio histórico de Canadá, está abierto al público con visitas guiadas. La antigua casa del farero funciona como museo.
Aunque fue reemplazado por un faro electrónico, su original diseño cilíndrico sostenido por ocho contrafuertes de hormigón atrae turistas al lugar.
Estas torres nobles siguen vigentes, a pesar de la sofisticación tecnológica con la que están equipados los barcos. Su luz destellante en medio de la inmensidad del mar serena a los navegantes con nostalgia primigenia.
Faro de Pointe-au-Père (Canadá). |
Faro de Enoshima.
Uno de los faros más interesantes del planeta es el moderno Faro de Enoshima en Japón.
Esta sorprendente torre de 101.5 metros atrae por su forma cónica destacada.
El faro fue construido con el metal y el vidrio. Tiene un área de observación maravillosa y un observatorio.
Allí se pueden ver estrellas lejanas a través de los poderosos telescopios. Por la noche el faro está decorado con una gran iluminación.
Faro de Enoshima (Japón). |
Faro de Fastnet.
Faro de Fasnet (Irlanda). |
En Irlanda, esta imponente torre de roca resiste la furia del Atlántico. Cinco años tardaron en construirlo con piedras y rocas.
En su torre una óptica gira en un flotador de mercurio arrojando luz a los navegantes.
El faro se electrificó en 1969 y se sustituyó la antigua luz de parafina vaporizada por una eléctrica de 2.500 kilocandelas.
Veinte años después el último guardafaro, John Noel Crowley, abandonó la roca. An Charraig Aoanair, nombre irlandés de la isla que significa “roca solitaria”, volvió a quedar sola.
El faro del fin del mundo.
Ubicado en Tierra del Fuego, es famoso por la novela de Julio Verne.
Es el más antiguo de la Argentina. Su verdadero nombre es San Juan de Salvamento, pero ya nadie lo recuerda así.
En la actualidad todos llaman faro del fin del mundo a Les Écleures, una torre de ladrillos de once metros ubicada en el Canal de Beagle, pintada de rojo y blanco, con una linterna que emite destellos cada cinco segundos y funciona de manera automática.
El faro del fin del mundo (Tierra del Fuego, Argentina). |
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El escollo de Fastnet se encuentra a unos seis kilómetros de la costa suroccidental de Irlanda, es un pináculo de roca pedido en medio de la nada, cuyo punto más elevado alcanza los 26 metros, rodeado de fortísimas corrientes y expuesto a la furia de un mar siembre agitado.
ResponderEliminarUn leyenda explica que el diablo lanzó aquella piedra en medio de la mar para procurarse las almas de los náufragos. El número de barcos que se hundieron en esa zona parece justificar la leyenda.
@Fausto Baccino. En 1818 ya existía un faro en la isla de Cape Clear, pero resultaba poco visible a causa de la espesa y frecuente niebla. En 1848, al año siguiente del naufragio del barco americano Stephen Whitney que costó la vida a 90 pasajeros, las autoridades decidieron erigir un faro sobre la roca de Fastnet.
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