Hace ya unos cuantos años, viajando desde mi casa hacia la oficina justo un día antes de las ansiadas vacaciones que me posibilitaría regresar a la Patagonia para pescar, escuché por la radio esta simpática y profunda frase de labios de Julio Lagos, un periodista y locutor que tenía un bello programa en las mañanas . En esa frase resumía su pensamiento haciendo mención a que los tiempos han cambiado tanto que los antiguos parámetros con que estábamos acostumbrados a medir las cosas no existen más y hoy nada puede darse por seguro.
Recuerdo haber leído en el libro "Caminos de la intemperie" de Joaquín Rocca Rivarola que en sus tiempos jóvenes no había prácticamente caminos ni alambrados ni dueños de estancias que impedían el paso a los pescadores, todo estaba a su disposición. Puedo agregar, además, experiencias personales de cuando era un muchacho y podía ir a cualquier laguna de la provincia de Buenos Aires sin tener que pagar a nadie para entrar y pescar o acampar o simplemente observar la naturaleza.
Hoy todo es materialismo, no se cobra el aire que respiramos de pura casualidad, las reglas varían de acuerdo al valor del dólar o del precio del barril de crudo. La palabra de los hombres, la honorabilidad, las buenas costumbres, la justicia y el respeto se venden al mejor postor.
En la pesca con mosca he encontrado idealismos, la captura y suelta, el conservacionismo, la protección del medio ambiente, el pensar en que nuestros hijos y nietos puedan continuar pescando y trasmitir este sentimiento es algo que siempre está presente tanto en mis pensamientos como en el de muchos amigos que frecuento, en los miembros de las asociaciones y en los mosqueros en general.
¿Somos ilusos e inocentes? es posible.
En este pequeño sector/actividad de la sociedad, quizás no tan importante como muchos otros, sigamos ilusionándonos y soñando con ríos, lagos y mares abiertos para todos, sin matanzas indiscriminadas, sin polución; sigamos pensando que si no contaminamos, si cuidamos, si devolvemos lo que no consumamos nuestros hijos y nietos podrán a su vez continuar la obra y ayudar a nuestro planeta a ser un poco mejor de lo que es hoy.
Sigamos trabajando para lograr que las autoridades controlen y hagan respetar los reglamentos y el código civil, sigamos para adelante, aprendiendo y enseñando porque el futuro no está escrito sino que lo construimos día a día, con nuestros actos pero también con nuestro trabajo, sueños e ilusiones.
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