Nunca nos dejará de sorprender lo que hizo miles de años atrás la civilización maya. La fastuosidad de su arte está plasmada en palacios, estelas, vasijas y hasta en huesos, vestigios magníficos que se han encontrado diseminados en toda el área que ocupó esa cultura.
Los mayas utilizaban gran variedad de materiales para tallar piezas increíbles. “Y por qué no los huesos, que son duros, pero a la vez maleables para trabajar. Empleaban osamenta de animales y de personas, indistintamente”, explica el arqueólogo Oswaldo Chinchilla, director del Museo Popol Vuh.
Quizá ahora podrá considerarse descabellado el empleo de restos humanos, pero para los mayas era una forma más de expresar el arte. Tomás Barrientos, director del Departamento de Arqueología de la Universidad del Valle, comenta que los objetos tallados en hueso y concha eran comunes en la decoración, y le seguían al jade en importancia.
Según Barrientos, las piezas elaboradas con huesos se pueden clasificar en ornamentos, utensilios e instrumentos musicales. Entre los primeros se encuentran algunos collares, orejeras y otros que tienen inscripciones y en los cuales, por lo general, las osamentas no tenían modificaciones; se usaban enteras.
En el segundo grupo se cuentan agujas, pinceles y tinteros. Y en el tercero, los instrumentos musicales como las flautas hechas de huesos largos y huecos.
Estos objetos eran usados en todas las clases sociales, pero con distinciones, ya que en los estratos bajos y medios era común emplear las agujas para coser, mientras que los nobles y reyes poseían los adornos, en especial los de jaguares. En el sitio arqueológico de Cancuén, Petén, se encontró un collar elaborado con 24 colmillos de ese animal. También se encuentran aquellos grabados que a pesar de ser piezas pequeñas muestran la destreza artística de los mayas.
¿Por qué grabarlos?
Saber por qué los mayas grabaron inscripciones sobre huesos es todavía un misterio. Como dice Chinchilla, aún no hay investigaciones especializadas que hablen solo de este tema. Es por ello que se consultó a diferentes profesionales para obtener una respuesta.
Para el arqueólogo Federico Fahsen, esos objetos fueron homenajes o regalos ofrecidos a reyes o nobles, y eran enterrados con ellos, para que los acompañaran en la vida futura. “Gente que los quería o que había trabajado con ellos, muchos tienen inscripciones con los nombres de personajes específicos”, agrega.
En el entierro 116 —hallazgo del arqueólogo Aubrey Trik, a principio de los años 1960—, localizado en la base del Gran Jaguar, que pertenecía al gobernante de Tikal, Ha Sawa Chaan-K’awil, fue encontrado en el extremo sur un grupo de huesos finamente tallados. “Creo que son los más famosos, y para mí, de las máximas expresiones del arte maya clásico”, asegura Barrientos, quien además explica que los huesos grabados eran “como pequeñas placas conmemorativas; podían mostrar a un prisionero o la muerte de alguien”.
En estos figuran varias escenas; tres corresponden a una misma temática, conocida como las canoas, en las cuales se observa a los dioses remeros que llevan a un personaje principal. Algunos consideran que era el gobernante de Tikal; otros, que es el de Dos Pilas o que fue parte de un obsequio.
Federico Fahsen resalta que el dibujo se refiere a la existencia de varios ríos en Petén y que mostraba, además, un método de transporte. Estas piezas, considera, fueron una especie de regalo u homenaje —son varias—, y cada una tiene la fecha 671 después de Cristo, con el nombre de Ha Sawa Chaan-K’awil. Los animales que lo acompañan son nahuales de quien parece se dirige al inframundo, porque unas embarcaciones van en descenso.
Otro hueso famoso de esta serie, por su precisión y belleza, es el que muestra a un prisionero. “En un fragmento pequeño —mide unos 15 centímetros—, los mayas lograron plasmar la expresión de derrota del personaje”, refiere Barrientos.
Para Fahsen, este diseño es el mejor de todos. Se puede observar la tristeza que le produce al personaje estar amarrado y haber sido despojado del tocado. Estos pobladores vestían con muchas piezas, entre estas piel de jaguar, plumas y joyas; el no llevar vestimenta era una humillación. “Quizá iba a ser sacrificado y fue tallado como un homenaje al rey”, agrega el arqueólogo.
En el conjunto de huesos encontrados en Tikal también hay pinceles y tinteros de escribanos, y flautas; todos pertenecientes al rey. “En ellos siempre aparece el glifo que dice: este hueso es de... por eso se sabe quién estaba enterrado en el lugar”, explica Chinchilla.
También se cree que los mayas tenían el concepto de reliquias, ya que a veces extraían huesos de las sepulturas, y se han encontrado osamentas a las que les faltan algunas piezas. “Se supone que un ritual importante era entrar en las tumbas antiguas y exhumar”, comenta Barrientos.
Cráneo encontrado en Kaminaljuyú el cuál es único en su categoría, asegura el arqueólogo Tomás Barrientos.
Un ejemplo de ese ritual puede observarse en la imagen del ara de Tikal, impreso en el reverso de los billetes de Q1 y que muestra la exhumación de una reina. Son dos personajes con todos sus atuendos, y en medio se ve un cráneo. Esa es la mejor escena que ejemplifica este acto. Se cree que aquellos rituales se celebraban por la muerte de alguien.
Los huesos de ciertos ancestros eran catalogados como objetos dignos de respeto. Eso podría explicar el cráneo tallado que se encontró en Kaminaljuyú, el cual es único, según Barrientos. Algo similar sucedía en la Edad Media, con el culto a la osamenta de algún santo.
El arqueólogo Francisco López, quien efectúa investigaciones en la Cuenca del Mirador y ha elaborado algunas réplicas de esas piezas, considera que aquel cráneo fue una técnica para grabar huesos que desenterraban.
La calavera tiene grabada la imagen de un reptil, que no es real, sino estilizado; no tiene inscripción jeroglífica, y en la mandíbula se ven otros diseños. El director del Museo Popol Vuh explica que el uso de huesos humanos quizá sea resultado de sacrificios. El cráneo hallado en Kaminaljuyú puede ser un trofeo, por lo que se guardó una pieza del mismo. “La captura y sacrificio de prisioneros era algo muy importante para los mayas. Algunas veces usaban calaveras humanas como adornos en sus trajes”, comenta. Se sabe también que los cráneos de prisioneros eran exhibidos en algunas ciudades.
Al parecer, los habitantes prehispánicos no le tenían repugnancia a los restos de seres vivos, pero hacían diferencias en el trato de la osamenta de un rey y la de un esclavo. “Hay cráneos recubiertos con estuco, como esculturas, para objetos de culto”, refiere el director de Arqueología de la Universidad del Valle.
Oswaldo Chinchilla manifiesta que para los mayas los huesos simbolizaban semillas. Es la parte dura del cuerpo, la esencial, y por eso se cree que es el que transmite la descendencia. Hay ejemplos en el arte prehispánico, como el de un cadáver del cual surge vegetación. Por ello, en poblaciones indígenas como Santiago Atitlán, se cree que sembrar es como enterrar a alguien, ya que los granos de maíz representan calaveritas.
Pero no solo cráneos humanos fueron decorados; en Copán se localizó en la tumba de un noble el cráneo de un jabalí, bastante único. Sobre la frente tiene la escena de dos gobernantes frente a una estela, lo que significa que es una ceremonia que se celebra en una cueva. También tiene elementos como el dios de la cacería, que lleva un mecapal con la carne, y además, un jabalí, un mono y un pájaro.
Artistas especializados
Federico Fahsen cuenta que una de las cualidades de los mayas era la habilidad para tallar jade, conchas y huesos. Eran artesanos natos y de alta calidad, como los actuales pobladores de Guatemala.
Según Tomás Barrientos, quienes grabaron las inscripciones en huesos tuvieron que haber sido artistas especializados, al igual que los hubo para tallar estelas o cerámica. Eran de la Corte Real, de una posición social alta. “Pensemos a qué se dedicaban los otros hijos o sobrinos de un gobernante, aquellos que no heredarían el trono. Podían seguir una carrera militar, pero muchos aprendían ese tipo de tarea”, explica. Eso se cree porque quienes tallaban huesos, además de ser artistas, debieron tener acceso a cierta enseñanza, pues el conocimiento del sistema de escritura era exclusivo.
Sin embargo, los arqueólogos Francisco López y Juan Carlos Meléndez, este último director del Museo de Arqueología y Etnología, consideran que el artista que trababa la cerámica o se dedicaba a la escultura podía haber sido el mismo que tallaba huesos, ya que pertenecía a la corte del Rey, que trabajaba solo en lo artístico.
Se cree que cada ciudad tenía su artesano. Para dibujar estos objetos usaban piedras cortantes u obsidiana, y los pintaban con un material llamado sinabrio, un mineral rojo que emulaba la sangre, de acuerdo con Meléndez.
Fahsen afirma que la inscripción sobre huesos se efectuó durante los tres periodos de la civilización maya, aunque los mejores exponentes pertenecen al Clásico; ejemplo de ellos son los de Tikal.
Reproducción de los huesos de las canoas, de Tikal.
Un glifo especial: B’AK es como se le denominaba al hueso.
El hueso no era solamente un material en el cual trabajaban los mayas, pues la importancia de este era más allá, ya que hasta fue creado un glifo para denominarlo; es así como en varias inscripciones se lee que ese hueso era pertenencia de alguien. Según los arqueólogos, en el dibujo que lo representa se observa la forma del hueso.
El diccionario de jeroglíficos de John Montgomery dice que el dibujo es una muestra de hueso humano. Podría representar una visión superior de un cráneo humano con una línea ondulada, en donde aparecen el parietal, occipital y frontal.
Al sitio Palenque antiguamente se le conocía como B’AK, el reino del hueso.
Colmillos y garras de jaguar eran un bien muy preciado; se creía que tenían poder y por eso eran solo usados por la realeza. Los huesos con inscripciones se han encontrado únicamente en las tumbas de nobles y gobernantes. Al parecer, los pobres no tenían la posibilidad de contratar a un artista para que elaborara aquellos objetos.
No se puede descartar que los huesos fueran elegidos por su durabilidad, además de su utilidad y simbolismo.
Los períodos mayas: en el Preclásico —300 a.C. al 325 de la Era Cristiana—, se dedicaron más a la agricultura, que los llevó a la astronomía conocer más sobre cómo cultivar mejor. Surge la escritura y un sistema de numeración y las artes.
Clásico —325 al 900 de nuestra era—. Aquí la arquitectura se transforma en monumental, grandes edificios de hasta 70 metros; la escultura llega a su perfección, la cerámica se elabora con varios colores. La cultura maya llega a su máximo esplendor.
Posclásico —987 al 1204 d.C.—. Las ciudades que florecieron en el Clásico empezaron a decaer y a ser abandonadas. En este período es cuando los mayas desaparecen.
En el Preclásico son bonitos, pero con mensajes simples para los dioses. En ese entonces no había prisioneros y era poca la gente. “Y para el Posclásico hay una pérdida de lo que yo llamaría habilidad de hacer esas cosas, los mensajes son más burdos, de cosas prácticas, como los aparecidos en los códices de Madrid, que se refieren a la apicultura. Ya que el tiempo pasa y las cosas no son siempre iguales”, agrega Fahsen.
El hueso fue una pieza importante para los mayas, tanto para utensilios de uso diario como para grabar inscripciones que les recordaran algo. Quizá un día se llegue a conocer con certeza qué significaba para quienes habitaron en la época Precolombina, porque ahora solo sabemos que era común tener huesos humanos o de animales. Según López, en la cuenca de El Mirador se encontró un basurero en donde había variedad de fragmentos de huesos y cenizas.
Estas piezas han perdurado miles de años, y el arte maya fue tan extenso que ni las osamentas se libraron de ser parte de ella.
En donde están
- Las piezas originales de los huesos del entierro 116 de Tikal se encuentra en los museos Sylvannus G. Morley, en Tikal, en donde se encuentra una réplica de la tumba de Ha Sawa Chaan K’awil. Aubrey.
- Huesos tallados de Tikal, Aguateca, La Joyanka, en el Museo de Arqueología y Etnología.
- Muchos de los objetos encontrados en el entierro 116 han sido replicados y son exhibidos en el Museo del Jade, en Antigua Guatemala.
- En el Museo Popul Vuh se halla un raspador elaborado con una tibia humana.
fuente: Prensa Libre
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