El intento de Arizona (EE UU) por crear y poner en práctica su propia política inmigratoria ha ampliado –y politizado— una vez más en este país el debate acerca de la inmigración. Pero las consecuencias de ese debate se expanden más allá de nuestras fronteras.
La acción anti inmigrante en Arizona ha alienado aún más a nuestros vecinos de toda Latinoamérica, los cuales esperaban mejores relaciones con Estados Unidos después de la elección del presidente Obama. Necesitamos aprovechar esta oportunidad y conectarnos con nuestros vecinos de todo el Hemisferio Occidental.
Latinoamérica quizás tenga el mayor impacto, en términos de comercio y cultura, en la vida diaria de la mayoría de los norteamericanos. Las exportaciones de EE.UU. a Latinoamérica han crecido a mayor velocidad en los últimos 11 años que las de a cualquier otra región, incluyendo a Asia. Los hispanos representan el mayor bloque de votos étnicos en Estados Unidos --y el más buscado. Y casi todos los países de Norteamérica, América Central, Sudamérica y el Caribe ahora tienen gobiernos democráticamente elegidos.
Es el momento correcto para apalancar nuestro comercio y alianzas, y avanzar hacia una relación de más colaboración con nuestros vecinos del sur. La administración Obama debe considerar los siguientes cinco pasos:
--Primero, debe presionar agresivamente al Congreso a favor de una ley inmigratoria total. Una legislación de esestipo incluiría el aumento de la seguridad en la frontera; perseguir la contratación de ilegales; y un camino responsable a la legalización que requiera que los 11 millones de inmigrantes que se encuentran aquí de manera ilegal aprendan inglés, sean sometidos a una verificación de antecedentes, paguen multas y se pongan en fila detrás de los que están tratando de entrar legalmente a nuestro país. Los inmigrantes ilegales vienen a nuestro país desde Centro y Sudamérica, y el Caribe. Esto no es un problema solo con México; es un asunto hemisférico que necesita una respuesta total.
-- Segundo, como un primer paso para cambiar nuestra política hacia Cuba, el presidente debe firmar una orden ejecutiva que elimine lo más posible la prohibición de viajar a la isla. La prohibición de viajar castiga a los negocios norteamericanos, hace que disminuya nuestra credibilidad en Latinoamérica y alimenta la propaganda anti EE.UU. Eliminar la prohibición sería también un gesto recíproco al reciente acuerdo de Cuba, negociado entre la Iglesia Católica, el gobierno español y el Presidente Raúl Castro para liberar a disidentes políticos. Obama ha tomado medias significativas para suavizar las restricciones a los viajes familiares, eliminar los límites a las remesas y expandir la cooperación en otras áreas, como el envío a Cuba de artículos humanitarios desde Estados Unidos. Relajar las restricciones de los viajes interesa a Estados Unidos y sería un valiente paso hacia la normalización de las relaciones con Cuba.
-- Tercero, iniciar una nueva Alianza para el Progreso con Latinoamérica y el Caribe, modelada según la visión del presidente John F. Kennedy para el hemisferio. Esto no debiera ser una alianza de un solo lado, preconcebida como expansión de los mercados de EE.UU., ni un acuerdo que imponga una solución norteamericana. Necesitamos una nueva alianza que cierre la brecha entre los que tienen y los que no tienen, enfrentando las necesidades tanto humanas como económicas y dando mayor prioridad a los pueblos indígenas de este hemisferio.
Estados Unidos necesita crear un plan hemisférico que incluya y enfatice soluciones a las demandas de energía y de cambio climático en Latinoamérica y el Caribe. Quizás necesitemos un acuerdo hemisférico acerca de la energía renovable que brinde el conocimiento tecnológico a las Américas y expanda de manera significativa el acuerdo de biocombustible con Brasil. También necesitamos avanzar hacia un sistema real de intercambio de carbono que recompense a los países que protejan sus bosques.
-- Cuarto, debemos continuar promoviendo acuerdos comerciales que sean libres y justos y contengan normas firmes acerca del trabajo asalariado, el medio ambiente y los derechos humanos. Los acuerdos comerciales pendientes con Colombia y Panamá deben ser aprobados por el Congreso y situar nuevamente a Estados Unidos como un socio comercial confiable. Adicionalmente, la administración Obama debe buscar un acuerdo hemisférico acerca de normas comunes del trabajo asalariado, medio ambiente y derechos humanos. Este atrevido paso promovería nuestros intereses e imagen en la región.
-- Finalmente, necesitamos un acuerdo hemisférico para el crimen y la violencia. En Nuevo México, estamos trabajando con las agencias policiales en los niveles local, estatal y federal, y a ambos lados de la frontera con México para compartir inteligencia y detener el comercio ilegal de narcóticos, armas de fuego ilegales y tráfico humano. Estos son temas transnacionales que implican un esfuerzo coordinado para proteger la seguridad de los ciudadanos respetuosos de la ley en Estados Unidos y México. No debemos permitir que el debate de inmigración nos distraiga de nuestra responsabilidad nacional para aliarnos a nuestros vecinos en Latinoamérica y el Caribe. Mejores relaciones hemisféricas deben ser una prioridad de política exterior, no una idea de último momento.
La acción anti inmigrante en Arizona ha alienado aún más a nuestros vecinos de toda Latinoamérica, los cuales esperaban mejores relaciones con Estados Unidos después de la elección del presidente Obama. Necesitamos aprovechar esta oportunidad y conectarnos con nuestros vecinos de todo el Hemisferio Occidental.
Latinoamérica quizás tenga el mayor impacto, en términos de comercio y cultura, en la vida diaria de la mayoría de los norteamericanos. Las exportaciones de EE.UU. a Latinoamérica han crecido a mayor velocidad en los últimos 11 años que las de a cualquier otra región, incluyendo a Asia. Los hispanos representan el mayor bloque de votos étnicos en Estados Unidos --y el más buscado. Y casi todos los países de Norteamérica, América Central, Sudamérica y el Caribe ahora tienen gobiernos democráticamente elegidos.
Es el momento correcto para apalancar nuestro comercio y alianzas, y avanzar hacia una relación de más colaboración con nuestros vecinos del sur. La administración Obama debe considerar los siguientes cinco pasos:
--Primero, debe presionar agresivamente al Congreso a favor de una ley inmigratoria total. Una legislación de esestipo incluiría el aumento de la seguridad en la frontera; perseguir la contratación de ilegales; y un camino responsable a la legalización que requiera que los 11 millones de inmigrantes que se encuentran aquí de manera ilegal aprendan inglés, sean sometidos a una verificación de antecedentes, paguen multas y se pongan en fila detrás de los que están tratando de entrar legalmente a nuestro país. Los inmigrantes ilegales vienen a nuestro país desde Centro y Sudamérica, y el Caribe. Esto no es un problema solo con México; es un asunto hemisférico que necesita una respuesta total.
-- Segundo, como un primer paso para cambiar nuestra política hacia Cuba, el presidente debe firmar una orden ejecutiva que elimine lo más posible la prohibición de viajar a la isla. La prohibición de viajar castiga a los negocios norteamericanos, hace que disminuya nuestra credibilidad en Latinoamérica y alimenta la propaganda anti EE.UU. Eliminar la prohibición sería también un gesto recíproco al reciente acuerdo de Cuba, negociado entre la Iglesia Católica, el gobierno español y el Presidente Raúl Castro para liberar a disidentes políticos. Obama ha tomado medias significativas para suavizar las restricciones a los viajes familiares, eliminar los límites a las remesas y expandir la cooperación en otras áreas, como el envío a Cuba de artículos humanitarios desde Estados Unidos. Relajar las restricciones de los viajes interesa a Estados Unidos y sería un valiente paso hacia la normalización de las relaciones con Cuba.
-- Tercero, iniciar una nueva Alianza para el Progreso con Latinoamérica y el Caribe, modelada según la visión del presidente John F. Kennedy para el hemisferio. Esto no debiera ser una alianza de un solo lado, preconcebida como expansión de los mercados de EE.UU., ni un acuerdo que imponga una solución norteamericana. Necesitamos una nueva alianza que cierre la brecha entre los que tienen y los que no tienen, enfrentando las necesidades tanto humanas como económicas y dando mayor prioridad a los pueblos indígenas de este hemisferio.
Estados Unidos necesita crear un plan hemisférico que incluya y enfatice soluciones a las demandas de energía y de cambio climático en Latinoamérica y el Caribe. Quizás necesitemos un acuerdo hemisférico acerca de la energía renovable que brinde el conocimiento tecnológico a las Américas y expanda de manera significativa el acuerdo de biocombustible con Brasil. También necesitamos avanzar hacia un sistema real de intercambio de carbono que recompense a los países que protejan sus bosques.
-- Cuarto, debemos continuar promoviendo acuerdos comerciales que sean libres y justos y contengan normas firmes acerca del trabajo asalariado, el medio ambiente y los derechos humanos. Los acuerdos comerciales pendientes con Colombia y Panamá deben ser aprobados por el Congreso y situar nuevamente a Estados Unidos como un socio comercial confiable. Adicionalmente, la administración Obama debe buscar un acuerdo hemisférico acerca de normas comunes del trabajo asalariado, medio ambiente y derechos humanos. Este atrevido paso promovería nuestros intereses e imagen en la región.
-- Finalmente, necesitamos un acuerdo hemisférico para el crimen y la violencia. En Nuevo México, estamos trabajando con las agencias policiales en los niveles local, estatal y federal, y a ambos lados de la frontera con México para compartir inteligencia y detener el comercio ilegal de narcóticos, armas de fuego ilegales y tráfico humano. Estos son temas transnacionales que implican un esfuerzo coordinado para proteger la seguridad de los ciudadanos respetuosos de la ley en Estados Unidos y México. No debemos permitir que el debate de inmigración nos distraiga de nuestra responsabilidad nacional para aliarnos a nuestros vecinos en Latinoamérica y el Caribe. Mejores relaciones hemisféricas deben ser una prioridad de política exterior, no una idea de último momento.
fuente: The Washington Post
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