La misión Gravity Probe B (GP-B) de la NASA ha confirmado dos predicciones clave derivadas de la teoría general de la relatividad de Albert Einstein, para las que fue diseñada la nave.
El experimento, iniciado en 2004, utilizó cuatro giroscopios ultra-precisos para medir el hipotético efecto gravitacional geódetico --la curvatura del espacio y el tiempo alrededor de un cuerpo gravitacional--, y el efecto rotatorio de torsión por arrastre, --la cantidad que un objeto en rotación arrastra en el espacio y el tiempo con él a medida que gira.
GP-B determina ambos efectos con una precisión sin precedentes apuntando a una sola estrella, IM Pegasi, mientras se desplazaba en una órbita polar alrededor de la Tierra.
Si la gravedad no afectase al espacio y el tiempo, los giroscopios de GP-B apuntarían siempre en la misma dirección mientras esté en órbita.
Pero confirmando las teorías de Einstein, los giroscopios experimentaron cambios mensurables en la dirección de su giro, mientras que la gravedad de la Tierra tiraba de ellos.
Los resultados han sido publicados en la revista Physical Review Letters.
"Imagina la Tierra como si se sumergiera en la miel. A medida que el planeta gira, la miel se arremolina a su alrededor, y ocurre lo mismo con el espacio y el tiempo", dijo Francis Everitt, investigador principal de GP-B en la Universidad de Stanford. "GP-B confirmó dos de las predicciones más profundas del universo de Einstein, que tiene implicaciones de largo alcance en la investigación astrofísica.
Del mismo modo, las décadas de innovación tecnológica que hay detrás de esta misión tendrán un legado duradero en la Tierra y en el espacio."
GP-B es uno de los proyectos en curso más largo en la historia de la NASA, con la participación de sus organismos desde otoño de 1963 con una financiación inicial para desarrollar un experimento de giroscopio de la relatividad.
Tras décadas de desarrollo hicieron posibles innovadoras tecnologías para controlar las alteraciones del medio ambiente en las naves espaciales, tales como la resistencia aerodinámica, campos magnéticos y las variaciones térmicas. Los seguidores de estrellas y giroscopios de la misión han sido los más precisos que se hayan diseñado y producido. GP-B completó ya sus operaciones de recopilación de datos y fue dado de baja en diciembre de 2010.
Gravity Probe B es un satélite artificial desarrollado por la NASA y la Universidad de Stanford para comprobar dos predicciones de la teoría general de la relatividad de Albert Einstein. Fue lanzado el 20 de abril de 2004 por un cohete Delta desde la base aérea de Vanderberg.
El satélite, que orbita a 650 km de altura en una órbita polar, lleva cuatro pequeños giroscopios contenidos en un vaso Dewar de 1500 litros de capacidad y enfriado con helio líquido a 1,8 Kelvin, cuyo desplazamiento será medido con una precisión sin precedentes para detectar pequeños cambios en la dirección de giro.
Estos pequeños cambios serían debidos a la manera en que el espaciotiempo es distorsionado por la masa y el giro de la Tierra.
Los giroscopios fueron construidos a partir de esferas de cuarzo recubiertas de niobio, que a las temperaturas del helio líquido se vuelve superconductor, permitiendo que los giroscopios puedan ser suspendidos eléctricamente.
Los cambios en el eje de rotación de los giroscopios (que giran a 10.000 revoluciones por minuto) son medidos por magnetómetros ultrasensibles.
El experimento, iniciado en 2004, utilizó cuatro giroscopios ultra-precisos para medir el hipotético efecto gravitacional geódetico --la curvatura del espacio y el tiempo alrededor de un cuerpo gravitacional--, y el efecto rotatorio de torsión por arrastre, --la cantidad que un objeto en rotación arrastra en el espacio y el tiempo con él a medida que gira.
GP-B determina ambos efectos con una precisión sin precedentes apuntando a una sola estrella, IM Pegasi, mientras se desplazaba en una órbita polar alrededor de la Tierra.
Si la gravedad no afectase al espacio y el tiempo, los giroscopios de GP-B apuntarían siempre en la misma dirección mientras esté en órbita.
Pero confirmando las teorías de Einstein, los giroscopios experimentaron cambios mensurables en la dirección de su giro, mientras que la gravedad de la Tierra tiraba de ellos.
Los resultados han sido publicados en la revista Physical Review Letters.
"Imagina la Tierra como si se sumergiera en la miel. A medida que el planeta gira, la miel se arremolina a su alrededor, y ocurre lo mismo con el espacio y el tiempo", dijo Francis Everitt, investigador principal de GP-B en la Universidad de Stanford. "GP-B confirmó dos de las predicciones más profundas del universo de Einstein, que tiene implicaciones de largo alcance en la investigación astrofísica.
Del mismo modo, las décadas de innovación tecnológica que hay detrás de esta misión tendrán un legado duradero en la Tierra y en el espacio."
GP-B es uno de los proyectos en curso más largo en la historia de la NASA, con la participación de sus organismos desde otoño de 1963 con una financiación inicial para desarrollar un experimento de giroscopio de la relatividad.
Tras décadas de desarrollo hicieron posibles innovadoras tecnologías para controlar las alteraciones del medio ambiente en las naves espaciales, tales como la resistencia aerodinámica, campos magnéticos y las variaciones térmicas. Los seguidores de estrellas y giroscopios de la misión han sido los más precisos que se hayan diseñado y producido. GP-B completó ya sus operaciones de recopilación de datos y fue dado de baja en diciembre de 2010.
El satélite, que orbita a 650 km de altura en una órbita polar, lleva cuatro pequeños giroscopios contenidos en un vaso Dewar de 1500 litros de capacidad y enfriado con helio líquido a 1,8 Kelvin, cuyo desplazamiento será medido con una precisión sin precedentes para detectar pequeños cambios en la dirección de giro.
Estos pequeños cambios serían debidos a la manera en que el espaciotiempo es distorsionado por la masa y el giro de la Tierra.
Los giroscopios fueron construidos a partir de esferas de cuarzo recubiertas de niobio, que a las temperaturas del helio líquido se vuelve superconductor, permitiendo que los giroscopios puedan ser suspendidos eléctricamente.
Los cambios en el eje de rotación de los giroscopios (que giran a 10.000 revoluciones por minuto) son medidos por magnetómetros ultrasensibles.
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