El gigante asiático es bienvenido por regímenes que quieren evitar socios que les pregunten sobre derechos humanos.
La presencia de China en África ya no pasa desapercibida. Los proyectos de construcción ideados por ingenieros chinos tienen una gran acogida en un continente con infraestructuras a menudo catastróficas. En la capital de Kenia, Nairobi, un arco levantado en la renovada carretera al aeropuerto, ahora sin baches, simboliza desde hace poco la amistad con China. En el Congo, donde Pekín se ha asegurado derechos de extracción de los ricos yacimientos de petróleo mediante la concesión de créditos millonarios, se construyen con ayuda china carreteras y ferrocarriles.
Pero esta relación solo ha comenzando: el Foro China-África que se celebró hasta hoy en el balneario egipcio de Sharm el Sheij apunta a profundizar esa cooperación. En su inauguración ayer, el primer ministro chino, Wen Jiabao, ofreció a África 10.000 millones de dólares (6.700 millones de euros) en préstamos con tasas preferenciales y se comprometió a reducir gradualmente sus aranceles para los productos africanos.
Después de referirse a «un nuevo punto de partida» entre su país y el continente africano, el primer ministro chino, Wen Jiabao, precisó que esos préstamos formaban parte de un conjunto de medidas hasta el 2012.
Durante el anterior foro de este encuentro trienal, realizado en el 2006 en Pekín, las autoridades del gigante asiático prometieron una ayuda financiera al continente negro de 5.000 millones de dólares. China también concluyó acuerdos de reducción o de anulación de la deuda con 31 países de ese continente.
Más de un dirigente africano con unos métodos de gobierno cuando menos dudosos prefiere como socio a los chinos en lugar de a inversores occidentales. Así se evitan preguntas incómodas relativas a los derechos humanos y la exigencia de una buena gestión de gobierno.
«La ayuda de China a África se adapta a las necesidades de África, sin que se impongan condiciones políticas», señaló el viceministro de Comercio chino, Chen Jian. Según estimaciones no confirmadas, las inversiones, los créditos y las ayudas chinas ascienden a un total de 50.000 millones de dólares, aunque nadie lo sabe con certeza.
Contaminación.
Sin embargo, una y otra vez emergen voces críticas contra los estandartes sociales y la contaminación que generan los proyectos del gigante asiático. La cooperación internacional choca sobre todo con el rechazo de los dictadores, cuyos regímenes logran estabilizarse gracias al dinero chino.
En campos petrolíferos sudaneses trabajadores chinos se convirtieron reiteradamente en blanco de ataques de rebeldes en Darfur, puesto que el Gobierno en Jartum financia entre otras cosas la lucha contra los insurgentes con el dinero procedente de la extracción de petróleo.
Habitantes de aldeas de la región petrolífera fueron trasladados a otras localidades sin percibir indemnización y aún hoy protestan por la contaminación del agua potable. Además desató indignación que se dijera que el acuerdo petrolero cerrado con el régimen militar en Guinea Conakry por un importe de 7.000 millones de dólares fomentara la democracia y los derechos civiles, cuando en septiembre fueron abatidos a tiros 157 manifestantes.
Más de 35 Estados africanos obtienen dinero chino, especialmente Nigeria, Angola, Sudán y Etiopía. Pese a la gran relevancia de la financiación de proyectos de infraestructuras por parte de China, las organizaciones de ayuda al desarrollo denuncian a menudo la falta de transparencia. También el Banco Mundial criticó que no se informaba lo suficiente acerca de las cifras y del uso concreto del dinero.
La presencia de China en África ya no pasa desapercibida. Los proyectos de construcción ideados por ingenieros chinos tienen una gran acogida en un continente con infraestructuras a menudo catastróficas. En la capital de Kenia, Nairobi, un arco levantado en la renovada carretera al aeropuerto, ahora sin baches, simboliza desde hace poco la amistad con China. En el Congo, donde Pekín se ha asegurado derechos de extracción de los ricos yacimientos de petróleo mediante la concesión de créditos millonarios, se construyen con ayuda china carreteras y ferrocarriles.
Pero esta relación solo ha comenzando: el Foro China-África que se celebró hasta hoy en el balneario egipcio de Sharm el Sheij apunta a profundizar esa cooperación. En su inauguración ayer, el primer ministro chino, Wen Jiabao, ofreció a África 10.000 millones de dólares (6.700 millones de euros) en préstamos con tasas preferenciales y se comprometió a reducir gradualmente sus aranceles para los productos africanos.
Después de referirse a «un nuevo punto de partida» entre su país y el continente africano, el primer ministro chino, Wen Jiabao, precisó que esos préstamos formaban parte de un conjunto de medidas hasta el 2012.
Durante el anterior foro de este encuentro trienal, realizado en el 2006 en Pekín, las autoridades del gigante asiático prometieron una ayuda financiera al continente negro de 5.000 millones de dólares. China también concluyó acuerdos de reducción o de anulación de la deuda con 31 países de ese continente.
Más de un dirigente africano con unos métodos de gobierno cuando menos dudosos prefiere como socio a los chinos en lugar de a inversores occidentales. Así se evitan preguntas incómodas relativas a los derechos humanos y la exigencia de una buena gestión de gobierno.
«La ayuda de China a África se adapta a las necesidades de África, sin que se impongan condiciones políticas», señaló el viceministro de Comercio chino, Chen Jian. Según estimaciones no confirmadas, las inversiones, los créditos y las ayudas chinas ascienden a un total de 50.000 millones de dólares, aunque nadie lo sabe con certeza.
Contaminación.
Sin embargo, una y otra vez emergen voces críticas contra los estandartes sociales y la contaminación que generan los proyectos del gigante asiático. La cooperación internacional choca sobre todo con el rechazo de los dictadores, cuyos regímenes logran estabilizarse gracias al dinero chino.
En campos petrolíferos sudaneses trabajadores chinos se convirtieron reiteradamente en blanco de ataques de rebeldes en Darfur, puesto que el Gobierno en Jartum financia entre otras cosas la lucha contra los insurgentes con el dinero procedente de la extracción de petróleo.
Habitantes de aldeas de la región petrolífera fueron trasladados a otras localidades sin percibir indemnización y aún hoy protestan por la contaminación del agua potable. Además desató indignación que se dijera que el acuerdo petrolero cerrado con el régimen militar en Guinea Conakry por un importe de 7.000 millones de dólares fomentara la democracia y los derechos civiles, cuando en septiembre fueron abatidos a tiros 157 manifestantes.
Más de 35 Estados africanos obtienen dinero chino, especialmente Nigeria, Angola, Sudán y Etiopía. Pese a la gran relevancia de la financiación de proyectos de infraestructuras por parte de China, las organizaciones de ayuda al desarrollo denuncian a menudo la falta de transparencia. También el Banco Mundial criticó que no se informaba lo suficiente acerca de las cifras y del uso concreto del dinero.
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