Los habitantes de Jhirpu Phulpingkatt, una aldea ubicada al pie del Himalaya, a unos 110 kilómetros de Katmandú, están en alerta roja.
Mientras los impactos del cambio climático maltratan a las montañas que se yerguen sobre ellos, estos aldeanos de las riberas del río Bhote Koshi viven con temor al sonido de los mensajes de texto, que pueden contener advertencias de evacuación.
Sus miedos tienen fundamento. Una investigación realizada por expertos de la italiana Universidad de Milán muestra que las nieves del monte Everest, en la cordillera del Himalaya, se redujeron 180 metros en los últimos 50 años, mientras que los glaciares disminuyeron 13 por ciento.
En la última semana de mayo, todas las miradas se centraron en el Everest, que con 8.848 kilómetros es la cima más alta, en la frontera entre China y Nepal. Y se debió a que el día 30 se cumplieron 60 años del primer ascenso a esa cumbre.
Pero esa ocasión también fue motivo de pánico en igual medida que de celebración, cuando se vio que desde abajo de las capas heladas en retirada sobresalían rocas, llamando la atención ante los rápidos cambios que afectan a esta majestuosa cadena montañosa.
Sudeep Thakuri, quien lideró el equipo de investigadores, dijo a IPS que, probablemente, el derretimiento continuo y cada vez mayor se debe al aumento de las temperaturas, que este año fueron 0,6 grados más altas que en los anteriores.
Juntos, los dos fenómenos condujeron a la proliferación de enormes lagos de glaciares –hielo derretido y contenido por diques naturales de morrena y escombros- que pueden ser sinónimo de desastre para quienes viven en las rocosas quebradas que hay abajo.
Avalanchas, erosión, la fuerte presión del agua e incluso tormentas de nieve pueden causar desbordes de los lagos glaciares, “liberando millones de metros cúbicos de agua en pocas horas, (lo que derivaría en) inundaciones catastróficas corriente abajo”, según un estudio de Germanwatch, una organización no gubernamental dedicada al desarrollo sostenible.
Esos desbordes son comunes: en el último siglo, los científicos han registrado por lo menos 50 incidentes de este tipo. Uno de los más devastadores ocurrió cuando el lago glaciar Sangwang Cho, en Tíbet, se desbordó en 1954, inundando las ciudades de Gyangze (ubicada 120 kilómetros corriente abajo), y Xigaze (a unos 200 kilómetros de distancia).
Ahora, expertos advierten que los lagos se están llenando más rápidamente que nunca, y que se están creando otros nuevos a un ritmo alarmante.
“Si el recalentamiento planetario continúa, tal como se pronostica, es probable que se acelere el afinamiento y la retirada de los glaciares”, dijo a IPS Pradeep Mool, coordinador de programa en el Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de Regiones Montañosas (Icimod) en Katmandú.
“El peligro que plantean las inundaciones derivadas de desbordes de lagos glaciares aumentará”, agregó.
Según investigaciones del Icimod, en la zona de Hindu Kush del Himalaya hay unos 20.000 lagos glaciares, que se extienden desde Afganistán en el occidente hasta Birmania en el oriente.
La cuenca del río Dudh Kosi, en el este de Nepal, alberga 278 glaciares, algunos de los cuales se están reduciendo a un ritmo de 74 metros anuales. Mool dijo a IPS que ahora la región tiene 34 lagos, incluidas 24 formaciones recientes, 10 de las cuales han sido calificadas como potencialmente peligrosas.
Mool advirtió que los terremotos también plantean una seria amenaza. “La región de Hindu Kush en el Himalaya es de una inestabilidad sísimica extrema. Los terremotos pueden actuar como importantes disparadores de desbordes de lagos glaciares”, enfatizó.
En los últimos 500 años se reportó por lo menos un desborde en la región de Seti Khola que fue causado por actividad sísmica, dijo el científico. Ese hecho produjo una acumulación de escombros de 50 metros de alto en la occidental región de Pokhara.
Según Thakuri, el futuro bienestar de los glaciares depende ampliamente del clima. Se requieren investigaciones científicas mucho más concretas para determinar posibles resultados, añadió.
Pero quienes viven en las faldas del Himalaya, como los aldeanos de Jhirpu Phulpingkatt, sostienen que ya hay evidencias suficientes de los posibles desastres que vendrán.
Las empinadas laderas de las montañas en esta aldea, mayoritariamente cubiertas de exuberante vegetación, se ven con frecuencia alteradas por profundos hundimientos causados por deslizamientos de tierras que siguen a las lluvias fuertes.
En la pequeña central eléctrica que está justo al lado del río Bhote Koshi, los funcionarios dependen de un sistema de alerta para avisar adecuadamente a los residentes del lugar cuándo tienen que escapar de desbordes.
Sin embargo, el gerente en funciones de la planta, Janak Raj Pant, dijo a IPS que la alerta daría apenas una “ventana” de escape de entre seis y 10 minutos, y que se extendería solo hasta la frontera nepalesa, que está a 10 kilómetros de la central.
Pero muchos de los lagos de glaciar que pueden impactar a esta y otras aldeas se encuentran en el Tíbet, controlado por China, y hasta allí no llega el sistema de alerta.
Mool, del Icimod, dijo a IPS que hay una necesidad urgente de que se controle mejor los lagos y sus niveles de agua.
Señaló algunos ejemplos aislados en los que se implementaron vías de salida en los diques naturales de algunos lagos glaciares en Nepal y Bután para dejar salir el exceso de agua, pero planteó que es necesario que esas acciones preventivas sean más uniformes.
También hay un imperativo económico para tomar medidas, por lo menos en el valle de Bhote Koshi, donde las autoridades nepalesas planean construir por lo menos cuatro nuevas centrales eléctricas sobre el río.
Mientras los impactos del cambio climático maltratan a las montañas que se yerguen sobre ellos, estos aldeanos de las riberas del río Bhote Koshi viven con temor al sonido de los mensajes de texto, que pueden contener advertencias de evacuación.
Sus miedos tienen fundamento. Una investigación realizada por expertos de la italiana Universidad de Milán muestra que las nieves del monte Everest, en la cordillera del Himalaya, se redujeron 180 metros en los últimos 50 años, mientras que los glaciares disminuyeron 13 por ciento.
En la última semana de mayo, todas las miradas se centraron en el Everest, que con 8.848 kilómetros es la cima más alta, en la frontera entre China y Nepal. Y se debió a que el día 30 se cumplieron 60 años del primer ascenso a esa cumbre.
Pero esa ocasión también fue motivo de pánico en igual medida que de celebración, cuando se vio que desde abajo de las capas heladas en retirada sobresalían rocas, llamando la atención ante los rápidos cambios que afectan a esta majestuosa cadena montañosa.
Sudeep Thakuri, quien lideró el equipo de investigadores, dijo a IPS que, probablemente, el derretimiento continuo y cada vez mayor se debe al aumento de las temperaturas, que este año fueron 0,6 grados más altas que en los anteriores.
Juntos, los dos fenómenos condujeron a la proliferación de enormes lagos de glaciares –hielo derretido y contenido por diques naturales de morrena y escombros- que pueden ser sinónimo de desastre para quienes viven en las rocosas quebradas que hay abajo.
Avalanchas, erosión, la fuerte presión del agua e incluso tormentas de nieve pueden causar desbordes de los lagos glaciares, “liberando millones de metros cúbicos de agua en pocas horas, (lo que derivaría en) inundaciones catastróficas corriente abajo”, según un estudio de Germanwatch, una organización no gubernamental dedicada al desarrollo sostenible.
Esos desbordes son comunes: en el último siglo, los científicos han registrado por lo menos 50 incidentes de este tipo. Uno de los más devastadores ocurrió cuando el lago glaciar Sangwang Cho, en Tíbet, se desbordó en 1954, inundando las ciudades de Gyangze (ubicada 120 kilómetros corriente abajo), y Xigaze (a unos 200 kilómetros de distancia).
Ahora, expertos advierten que los lagos se están llenando más rápidamente que nunca, y que se están creando otros nuevos a un ritmo alarmante.
“Si el recalentamiento planetario continúa, tal como se pronostica, es probable que se acelere el afinamiento y la retirada de los glaciares”, dijo a IPS Pradeep Mool, coordinador de programa en el Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de Regiones Montañosas (Icimod) en Katmandú.
“El peligro que plantean las inundaciones derivadas de desbordes de lagos glaciares aumentará”, agregó.
Según investigaciones del Icimod, en la zona de Hindu Kush del Himalaya hay unos 20.000 lagos glaciares, que se extienden desde Afganistán en el occidente hasta Birmania en el oriente.
La cuenca del río Dudh Kosi, en el este de Nepal, alberga 278 glaciares, algunos de los cuales se están reduciendo a un ritmo de 74 metros anuales. Mool dijo a IPS que ahora la región tiene 34 lagos, incluidas 24 formaciones recientes, 10 de las cuales han sido calificadas como potencialmente peligrosas.
En los últimos 500 años se reportó por lo menos un desborde en la región de Seti Khola que fue causado por actividad sísmica, dijo el científico. Ese hecho produjo una acumulación de escombros de 50 metros de alto en la occidental región de Pokhara.
Según Thakuri, el futuro bienestar de los glaciares depende ampliamente del clima. Se requieren investigaciones científicas mucho más concretas para determinar posibles resultados, añadió.
Pero quienes viven en las faldas del Himalaya, como los aldeanos de Jhirpu Phulpingkatt, sostienen que ya hay evidencias suficientes de los posibles desastres que vendrán.
Las empinadas laderas de las montañas en esta aldea, mayoritariamente cubiertas de exuberante vegetación, se ven con frecuencia alteradas por profundos hundimientos causados por deslizamientos de tierras que siguen a las lluvias fuertes.
En la pequeña central eléctrica que está justo al lado del río Bhote Koshi, los funcionarios dependen de un sistema de alerta para avisar adecuadamente a los residentes del lugar cuándo tienen que escapar de desbordes.
Sin embargo, el gerente en funciones de la planta, Janak Raj Pant, dijo a IPS que la alerta daría apenas una “ventana” de escape de entre seis y 10 minutos, y que se extendería solo hasta la frontera nepalesa, que está a 10 kilómetros de la central.
Pero muchos de los lagos de glaciar que pueden impactar a esta y otras aldeas se encuentran en el Tíbet, controlado por China, y hasta allí no llega el sistema de alerta.
Mool, del Icimod, dijo a IPS que hay una necesidad urgente de que se controle mejor los lagos y sus niveles de agua.
Señaló algunos ejemplos aislados en los que se implementaron vías de salida en los diques naturales de algunos lagos glaciares en Nepal y Bután para dejar salir el exceso de agua, pero planteó que es necesario que esas acciones preventivas sean más uniformes.
También hay un imperativo económico para tomar medidas, por lo menos en el valle de Bhote Koshi, donde las autoridades nepalesas planean construir por lo menos cuatro nuevas centrales eléctricas sobre el río.
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