Diseños antropomorfos y zoomorfos representando deidades, seres humanos, jaguares y pumas que abundan en la región y que en cierta forma eran objeto de veneración y culto, se mezclan con otros animales que, de forma más estilizada, aparecen en las rocas, como monos y serpientes, los cuales también abundaban en tiempos antiguos, y con representaciones abstractas (como las espirales y cazoletas o huequitos tipo tacitas) y astronómicas, que podrían indicar conocimientos de astronomía, tan habituales en las culturas antiguas, acostumbradas a la contemplación permanente del firmamento.
Piedra "del chamán" o "del diablo"
Ya en los años ’70 el arqueólogo Italiano y ex-catedrático de la Universidad de Piura, Mario Polía, que con tanta minuciosidad ha investigado las sierras de Ayabaca, hablaba de una cultura Samanga. Le intrigaban sobremanera los espirales grabados en las piedras, por su semejanza con otros encontrados en las selvas de Ecuador, Colombia y Venezuela, lo cual podría significar no sólo un origen común, sino también el derrotero de los grupos humanos llegados del norte del continente.
La gran piedra grabada de Samanga, le pareció un gran libro escrito en un enigmático idioma antiguo aún por descifrar. Pero más estudios son necesarios, para profundizar en el conocimiento de la vida e idiosincrasia de los más antiguos pobladores de la sierra piurana. Remontando río arriba, por el Quiroz, en Culqui, se halla una ciudadela y una gran cantidad de monolitos.
En general, a todo lo largo de la cuenca de Quiroz hay monolitos y piedras grabadas, lo cual muestra la preferencia de los antiguos pobladores serranos por establecerse cerca de los ríos, como es lógico.
Detalle del panel rocoso donde se encuentra la serpiente de dos cabezas
Estos petrogligos, plasmados en enormes rocas, podrían representar la transición del nomadismo al sedentarismo, ya que el grabado de una superficie rocosa de tan grandes dimensiones, puede haber sido un trabajo coordinado de varias personas durante mucho tiempo, aunque también podrían ser superposiciones a lo largo del tiempo, por diferentes grupos, observando los diferentes estilos y diseños.
En agosto de 1987, una nueva exploración se llevaba a cabo en la sierra de Ayabaca por Mario Polía, en compañía del guía ayabaquino Celso Acuña Calle y el periodista italiano Adriano Favaro. En esa ocasión, Polía estudió 22 piedras grabadas, siete obeliscos y sitios que 1.000 a.C. que según él servían de adoratorios, en lo que llamaba Valle Sagrado. El arqueólogo, ya había descubierto en total 33 petroglifos en 1972, a los que se sumaban estos 22 y posteriormente otras más hasta sumar 119 en total.
El hallazgo de un lanzón de 2.90 m también con grabados chavinoides, encontrado cerca de la Huaca Samanguilla, vendría a reafirmar el criterio del origen selvático inferido de los motivos de felinos de los petroglifos. Para Polía, Samanga es el más importante complejo de petroglifos de América del sur. Uno de los riesgos que corren estas representaciones rupestres, es le temor supersticioso de algunos campesinos del lugar, que imaginan que les matan al ganado que se acerca, lo cual les ha hecho en ocasiones intentar su destrucción.
Motivos antropomorfos
Motivos mascariformes
Grabados asemejando huellas humanas
Además del abundante arte rupestre, las lluvias de 1983 pusieron al descubierto muchos cementerios y restos arqueológicos. En el Medio Piura, en el sitio denominado Guaraguao de Malingas, en Tambogrande, quedaron al descubierto gran cantidad de petroglifos que estaban cubiertos de tierra y parecían piedras corrientes. También en Guaraguao quedaron en evidencia dos monolitos de piedra labrada de 2.00 metros de altura y un tercero de 1.80, que tenían forma de prisma cuadrangular muy regular, como si hubieran constituido las columnas de un pórtico.
En el caserío de La Greda, cerca de la ex hacienda Locuto en el Medio Piura, estas lluvias erosionaron un cementerio actual, que dejó al descubierto otro precolombino, del que los huaqueros extrajeron ceramios muy finos, así como gran cantidad de collares hechos con chaquiras, blancas y de colores, para cuya confección se utilizaron conchas Spondylus traídas de las costas de Ecuador. Igualmente, se encontraron utensilios de madera y de metal. Las quebradas que erosionaban las tierras, arrastraban gran cantidad de ceramios que los pobladores atrapaban al paso.
Los monolitos se encuentran también en riesgo de perderse, pues han sido muy maltratados por los tractores de los agricultores, cuando la Reforma Agraria dio posesión de las tierras a los campesinos. En ellos están grabadas figuras que representan a un animal, o quizá un personaje zoomorfo, o humanoide. El citado personaje tiene la cabeza grande y redonda, y posee un solo ojo al centro.
En la parte superior de la cabeza sólo tiene cuatro pelos, no posee cuerpo y de la cabeza parten los brazos doblados hacia arriba. Toda la figura se sienta sobre piernas largas y rectas, con pies también muy grandes. Algunos vecinos de Tambogrande, aseguran que en Suyo hay piedras similares, pero lo cierto, es que no están documentadas.
Figura antropomorfa
Espirales y otros motivos
Monolitos en El Toldo
En Paccha hay piedras sobre las cuales se han labrado y cincelado figuras semiesféricas del tamaño y forma de media toronja. También en el sitio llamado Casanas, comprensión de Malingas, hay esa clase de piedras con oquedades, que algunos estudiosos aseguran eran destinadas para usos ceremoniales, vertiendo en ellos líquidos especiales destinados a los sacrificios o al culto. A partir de 1983, y por varios años, el párroco de Tambogrande, el sacerdote inglés Pablo Stomhan, se interesó por los restos arqueológicos de la región y adquirió 80 ceramios con los cuales inicio el Museo Parroquial de Tambogrande.
Un objeto único en su clase, se conserva en esa colección. Se trata de un vaso pequeño, de 10 cms de alto por 3 cms de diámetro, labrado con motivos antiguos como orlas. El material sobre el cual ha sido labrado el vaso es lo que llama la atención, pues es algo parecido al ónice… También llama la atención una piedra muy lisa del tamaño de un huevo de pata, con la representación de un pez muy bien cincelado. En fotografías, se pueden apreciar dos monolitos de Guaraguau y las piedras con oquedades de Paccha.
Las primitivas tribus asentadas en la provincia de Ayabaca y al norte de la provincia de Morropón, fueron desarrollándose y evolucionando en forma tal, que cuando el Inca Tupac Yupanqui inició su reducción y conquista, ya habían logrado un alto grado de evolución cultural, igual, o quizá superior al que por la misma fecha tenían los tallanes.
Al igual que los tallanes, los pobladores de la sierra en la época de las conquistas incaicas, constituían por sus rasgos raciales y lingüísticos, por su común origen y por sus usos y costumbres, una nación; pero no habían formado un Estado unificado bajo una sola autoridad o mando. Más bien estaban formados por diversos señoríos, que, en cierta forma, formaban una confederación. Se trataba de la Confederación de los Guayacundos.
Espirales y figuras mascariformes
Figuras mascariformes
Monolitos en El Toldo
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