"Dante lidió con los Berlusconi de su época", dice Benigni en una charla con Ñ acerca de la versión escénica del libro de Alighieri, que presenta en Buenos Aires. Esto es, el infierno no termina. Pero el especialista Claudio Morandi enseña que la Comedia continúa alentando la elección correcta de nuestro camino en este mundo.
Roberto Benigni pasó por Buenos Aires con una versión escénica de La Divina Comedia que posicionó, en pleno siglo XXI, al poema de Dante en las listas de best-sellers italianas.
Cuando un todavía adolescente Roberto Remigio Benigni se hizo por primera vez con un ejemplar grueso e interminable de la Divina Comedia sintió que no era él quien leía a Dante. Sintió, en cambio, que era el mismísimo poeta florentino quien lo interpelaba y abría las páginas de la vida del todavía verde y germinal humorista italiano.
Sentía todo eso a pesar de que entendiera poco o nada de esos mil versos eternos, porque "el sonido era bello" y sonaba como una canción, como una imposible. "Tiene todos los estilos, tiene jazz, tango, se parece a Beethoven y a Jimmi Hendrix", cuenta ahora Benigni mientras relata o inventa su primer contacto con la obra capital de la literatura italiana. Lo dice ahora y por teléfono, de corrido, sin pausas y aguantando la respiración, al igual que todos sus personajes, esos que lo consagraron en los estudios de Cinecittá o esos otros de fama mundial, en su Auschwitz ficticio o conduciendo un taxi por las interminables calles romanas que Jim Jarmush hizo suyas. Habla más rápido que el nacional Enrique Pinti, como en todas sus apariciones públicas, arriba de un escenario, en cualquier conferencia o en todas sus entrevistas, sólo que ahora monologa por teléfono y desde Nueva York después de deslumbrar a la audiencia estadounidense en la última escala de la gira del espectáculo Tutto Dante , que en pocos días desembarcará en el país para cerrar en el Gran Rex porteño. "Me enamoré al instante de leerla.
Fue como encontrar un viejo amor, un viejo amigo. Sentía que me conocía profundamente y quería llamarlo. ¿Alguien tiene el número de teléfono de este tal Dante?, decía. Quería tomar un café, un té, comer una pizza con él y hablar de la vida, de la muerte y de las mujeres. Simplemente me enamoré: era tan bello que aplaudía yo solo los tercetos: ¡Bravo, bravo Dante!", escupe en menos de 30 segundos y antes de agradecer que alguien por fin hable italiano después de tanto inglés. Antes de decir, claro también, para los medios de todo el mundo, pero en especial para los de Estados Unidos que luego de sus funciones en San Francisco y Manhattan se sentía en casa, como en cualquier otro lugar de Italia.
La demagogia, sin embargo, es un pecado perdonable en el mundo del espectáculo y por eso no cabe juzgarlo o endiosarlo por más que también declare su deseo de llegar cuanto antes a Buenos Aires. Y aunque aclare que para "demostrar el amor, basta un segundo", ya empieza a guiñarle un ojo a la audiencia local que pagará entre 60 y 250 pesos para escucharlo hablar de los amoríos de Paolo y Francesca en el V canto del Infierno, o los menos santos y más terrales de Silvio Berlusconi en su país con Letizia Noemí, la joven napolitana que llama "papi" al premiere y que toda Italia comenta desde hace semanas. Al tiempo que –advierte– tal vez recoja en Buenos Aires buenas ideas para su próxima película, una comedia bastante más terrenal.
En 1977, un lector de lectores como Jorge Luis Borges, recordó o inventó, al pasar y también frente a otro teatro colmado, –el Coliseo porteño– que había leído La Divina Comedia en la vieja biblioteca Miguel Cané, como si fuera cualquier otro libro, mucho menos famoso que el de Dante. Treinta y dos años después, Benigni insiste con una idea parecida. "Si uno quiere leer la Comedia debe leerla solo, gozando su belleza, porque es el mejor libro de todos los tiempos", subraya.
Y la verborragia sigue mientras el tiempo debiera empezar a agotarse, porque siempre hay un representante o apoderado que recuerda los minutos exactos que debe durar una entrevista con "una estrella" y Benigni no es la excepción. Sin embargo, a pesar de que ya descargó una batería larga de respuestas hilarantes e improvisadas, con su sello, la entrevista acaba de empezar, porque en una conversación con Benigni, al menos en ésta, no hay lugar para silencios."El Infierno es el canto más bello de todos, el más popular, pero a pesar de que el Purgatorio y el Paraíso son un poco más difíciles, también son mis preferidos. Preguntarme cuál quiero más es como preguntar qué es lo que más te gusta de una mujer. ¡Te gustan los ojos, las piernas, la mirada, la boca! Es difícil decirlo. El Infierno es la boca de una mujer, porque es sensual. El Paraíso son los ojos, la luz; y El Purgatorio es todo el resto, es el cuerpo de la Comedia", explica rápido antes de cerrar esta y cualquiera de sus sentencias con un universal "hai capito?" .
Así es Benigni, tómelo o déjelo. Pero fuera de las pasiones que despierta el actor que supo hacer buenas migas con casi todos sus compatriotas e iconos del neorrealismo italiano, están los números...y están de su parte. En Italia, Tutto Dante llevó un promedio de más de 8 mil espectadores por presentación. Del norte al sur de la bota y también afuera, en Londres, Francia, Estados Unidos y próximamente, descuéntelo, también en la Argentina. Supo además hacerse un lugar en el prime time de la televisión italiana y hacer que el tal Dante midiera bien.
Entre las voces críticas que se alzaron contra Benigni se escuchó la del escritor Vittorio Sermonti, uno de los divulgadores más autorizados y relevantes de la Comedia que, entre 1987 y 1992, adaptó la obra de Dante a un popular ciclo de radio. El envío estaba curado ni más ni menos que por Gianfranco Contini y Cesare Segre, dos de los críticos y filólogos más importantes de la obra de Dante. "Benigni no le hace ningún favor a Dante", disparó Sermonti hace dos años. El éxito, sin embargo, cierra cualquier herida.
Roberto Benigni pasó por Buenos Aires con una versión escénica de La Divina Comedia que posicionó, en pleno siglo XXI, al poema de Dante en las listas de best-sellers italianas.
Cuando un todavía adolescente Roberto Remigio Benigni se hizo por primera vez con un ejemplar grueso e interminable de la Divina Comedia sintió que no era él quien leía a Dante. Sintió, en cambio, que era el mismísimo poeta florentino quien lo interpelaba y abría las páginas de la vida del todavía verde y germinal humorista italiano.
Sentía todo eso a pesar de que entendiera poco o nada de esos mil versos eternos, porque "el sonido era bello" y sonaba como una canción, como una imposible. "Tiene todos los estilos, tiene jazz, tango, se parece a Beethoven y a Jimmi Hendrix", cuenta ahora Benigni mientras relata o inventa su primer contacto con la obra capital de la literatura italiana. Lo dice ahora y por teléfono, de corrido, sin pausas y aguantando la respiración, al igual que todos sus personajes, esos que lo consagraron en los estudios de Cinecittá o esos otros de fama mundial, en su Auschwitz ficticio o conduciendo un taxi por las interminables calles romanas que Jim Jarmush hizo suyas. Habla más rápido que el nacional Enrique Pinti, como en todas sus apariciones públicas, arriba de un escenario, en cualquier conferencia o en todas sus entrevistas, sólo que ahora monologa por teléfono y desde Nueva York después de deslumbrar a la audiencia estadounidense en la última escala de la gira del espectáculo Tutto Dante , que en pocos días desembarcará en el país para cerrar en el Gran Rex porteño. "Me enamoré al instante de leerla.
Fue como encontrar un viejo amor, un viejo amigo. Sentía que me conocía profundamente y quería llamarlo. ¿Alguien tiene el número de teléfono de este tal Dante?, decía. Quería tomar un café, un té, comer una pizza con él y hablar de la vida, de la muerte y de las mujeres. Simplemente me enamoré: era tan bello que aplaudía yo solo los tercetos: ¡Bravo, bravo Dante!", escupe en menos de 30 segundos y antes de agradecer que alguien por fin hable italiano después de tanto inglés. Antes de decir, claro también, para los medios de todo el mundo, pero en especial para los de Estados Unidos que luego de sus funciones en San Francisco y Manhattan se sentía en casa, como en cualquier otro lugar de Italia.
La demagogia, sin embargo, es un pecado perdonable en el mundo del espectáculo y por eso no cabe juzgarlo o endiosarlo por más que también declare su deseo de llegar cuanto antes a Buenos Aires. Y aunque aclare que para "demostrar el amor, basta un segundo", ya empieza a guiñarle un ojo a la audiencia local que pagará entre 60 y 250 pesos para escucharlo hablar de los amoríos de Paolo y Francesca en el V canto del Infierno, o los menos santos y más terrales de Silvio Berlusconi en su país con Letizia Noemí, la joven napolitana que llama "papi" al premiere y que toda Italia comenta desde hace semanas. Al tiempo que –advierte– tal vez recoja en Buenos Aires buenas ideas para su próxima película, una comedia bastante más terrenal.
En 1977, un lector de lectores como Jorge Luis Borges, recordó o inventó, al pasar y también frente a otro teatro colmado, –el Coliseo porteño– que había leído La Divina Comedia en la vieja biblioteca Miguel Cané, como si fuera cualquier otro libro, mucho menos famoso que el de Dante. Treinta y dos años después, Benigni insiste con una idea parecida. "Si uno quiere leer la Comedia debe leerla solo, gozando su belleza, porque es el mejor libro de todos los tiempos", subraya.
Y la verborragia sigue mientras el tiempo debiera empezar a agotarse, porque siempre hay un representante o apoderado que recuerda los minutos exactos que debe durar una entrevista con "una estrella" y Benigni no es la excepción. Sin embargo, a pesar de que ya descargó una batería larga de respuestas hilarantes e improvisadas, con su sello, la entrevista acaba de empezar, porque en una conversación con Benigni, al menos en ésta, no hay lugar para silencios."El Infierno es el canto más bello de todos, el más popular, pero a pesar de que el Purgatorio y el Paraíso son un poco más difíciles, también son mis preferidos. Preguntarme cuál quiero más es como preguntar qué es lo que más te gusta de una mujer. ¡Te gustan los ojos, las piernas, la mirada, la boca! Es difícil decirlo. El Infierno es la boca de una mujer, porque es sensual. El Paraíso son los ojos, la luz; y El Purgatorio es todo el resto, es el cuerpo de la Comedia", explica rápido antes de cerrar esta y cualquiera de sus sentencias con un universal "hai capito?" .
Así es Benigni, tómelo o déjelo. Pero fuera de las pasiones que despierta el actor que supo hacer buenas migas con casi todos sus compatriotas e iconos del neorrealismo italiano, están los números...y están de su parte. En Italia, Tutto Dante llevó un promedio de más de 8 mil espectadores por presentación. Del norte al sur de la bota y también afuera, en Londres, Francia, Estados Unidos y próximamente, descuéntelo, también en la Argentina. Supo además hacerse un lugar en el prime time de la televisión italiana y hacer que el tal Dante midiera bien.
Entre las voces críticas que se alzaron contra Benigni se escuchó la del escritor Vittorio Sermonti, uno de los divulgadores más autorizados y relevantes de la Comedia que, entre 1987 y 1992, adaptó la obra de Dante a un popular ciclo de radio. El envío estaba curado ni más ni menos que por Gianfranco Contini y Cesare Segre, dos de los críticos y filólogos más importantes de la obra de Dante. "Benigni no le hace ningún favor a Dante", disparó Sermonti hace dos años. El éxito, sin embargo, cierra cualquier herida.
-¿Qué tan duras fueron las críticas de los puristas de la Comedia?
-En Italia mi interpretación se volvió tan popular que no faltó quien dijera que la hacía muy superficial, muy ligera. Pero lo importante no es eso, sino transmitir el amor por este gran poeta, la poesía es la vida, porque la Comedia es un libro vivo, que habla con vos. Y a pesar de que hubo alguno que torció la nariz por mi interpretación, todos los demás y el pueblo estaban felices por hacerla popular. En Italia y en Europa en los teatros había un promedio de 8 mil espectadores, como si fuera un concierto de rock. Como si tocara la (Laura) Pausini, Bruce Springsteen. Me pedían los cantos como a ellos las canciones. Y yo no me lo esperaba, ¿eh?
-Y ahora que lo invita a algunas de las universidades más prestigiosas del mundo, ¿no se siente una voz más autorizada?
-Yo no enseño la Comedia. No soy un intelectual ni un crítico: soy un hombre de espectáculo. Sí fui a Princeton porque me invitaron, porque hablo de Dante y Dante se puede tomar como quieras, como uno desee. Lo bello es que después de ver el espectáculo a alguno le den ganas de leer la Comedia. En Italia pasó así....¡y vendieron tantos ejemplares!
-El canto que más repitió en su espectáculo es el V del Infierno, el de Paolo y Francesca. ¿Por qué?
-Es que el canto V habla de todo, del amor, del sexo, de la lujuria y de la pasión. Es donde están los lujuriosos, los muertos por amor, fijate cómo tiene que ver con nosotros, con nuestros tiempos. Porque el sexo gobierna el mundo. También Dante es atraído por las pasiones. La de Paolo y Francesca es una de las historias de amor más bellas. ¡Es bello, bello, bello!
Repite Benigni el adjetivo que para él mejor le cabe a Dante, el mismo que acompañará su necrológica, cuando el mundo recuerde su consagración global con La vida es bella , película que le valió tres premios Oscar y una nunca comprobada pero sugerente denuncia de plagio. Si Benigni robó la idea que le acercó en forma de guión Radu Mihaileanu antes de rodar El tren de la vida , nunca habrá certezas. En cambio, Benigni no duda en otorgarle todo el crédito de esta segunda oleada de reconocimientos a su trayectoria al autor del Convivio . "El éxito naturalmente es de Dante. Luego yo le agregué mi popularidad. Pensé que perdería público y sin embargo, tengo más seguidores ahora. Tenía ese temor, pero me gustaba tanto que sentí tenía que hacerla igual. Es como cuando uno quiere dividir un regalo con amigos, así de simple.
-Le concedo que no es profesor, pero al menos sí es toscano como Dante. ¿Qué opina de la negativa eterna de Ravenna para devolver sus restos a Florencia?
Hicieron y hacen bien. Los florentinos no lo quisieron antes y ahora es demasiado tarde. Lo mandaron al exilio, pero paradójicamente si no hubiera sido así, tal vez nunca hubiera escrito La Divina Comedia , porque Dante tuvo que sufrir y conocer el sufrimiento humano para poder escribirla. Y por eso no hay otro libro que vaya tan adentro del sufrimiento humano y del gran amor como este. Creo que el exilio fue una de las cosas que hizo nacer dolorosamente la flor de la poesía más grande de todos los tiempos.
-A otros contemporáneos de Dante, como Petrarca, también les gustaba sufrir...
-Sí, es cierto. A Petrarca también le gustaba sufrir, pero su poesía era lírica. De hecho, cuando habla de Dante lo hace despectivamente, lo juzga de demasiado popular. Las mujeres de Petrarca como Laura, son elegíacas, espirituales, no son mujeres verdaderas. Las mujeres de Dante son carnales, podés hacer el amor con ellas. Laura es como si fuera la madre de Petrarca, en cambio Beatrice quiere hacer el amor con Dante, y si Dante la llegara a encontrar lo harían tres o cuatro veces...
-Y justamente la encuentra en el Paraíso, demasiada santidad para el amor carnal...
-Es que por eso está justamente ahí, es el extásis. El Paraíso es como hacer el amor, y Dante hace el amor con ella desde el primer canto.
No sólo de versos y tercetos habla Benigni. También le dedica un rato largo –el primero– de su espectáculo a la tragicomedia diaria de las noticias internacionales. Allí Obama y Berlusconi ocupan los roles protagónicos de Dante y Virgilio. "Hablar de actualidad y de La Divina Comedia es lo mismo. Porque un gran poeta habla en eterno presente, está hablando de nosotros ahora. Dante no es un poeta del medioevo, está mucho más adelante, tanto, que todavía no podemos alcanzarlo. Es mucho más moderno que todos nosotros, por eso debemos recordarlo, por eso y porque el pueblo que olvida su propio pasado se prepara para la desesperación. Aunque haya cosas memorables en Italia todavía hoy, La Divina Comedia es irrepetible, hai capito ?", insiste.
-Y si Dante retrata también a los italianos, ¿qué ADN hay en ustedes para que denuesten y reelijan personalidades como Berlusconi?
-¡Dante dice tanto sobre el pueblo italiano! Se enoja con todas las ciudades. Pero él también tenía que lidiar con los Berlusconi de su época...¡ Mamma mia , había tantos Berlusconi en el Medioevo! Estamos divirtiéndonos tanto con él que me gustaría que viniera una vez a ver un espectáculo. Berlusconi se relaciona de tal manera con la Comedia que todos los días tengo que agregar un chiste, pero es muy fácil hacer reír con Berlusconi, basta con repetir exactamente lo que él dice...
-¿Qué es lo que más lo conmueve de Dante?
Su humanidad, que sea un poeta único en el mundo y a la vez un hombre verdadero, que ama a las mujeres, que se enoja, que detesta a los imbéciles, porque le daría un abrazo a un leproso, pero nunca la mano a un imbécil. Se enoja –no porque los hombres son malvados–, sino porque no ven la belleza que tienen delante. Se pregunta por qué no vemos la extraordinariedad de la vida. Y entonces nos conduce con él a las estrellas, enojándose, con palabras de furia y de rabia, porque nos quiere.
¿Y después de las estrellas?
Nos conduce al camino de nuestra vida. Dante no nos dice 'deben morir', dice: 'Deben vivir'. Dice: 'Las mujeres son una tentación, pero son la salvación'. Es un poeta que cambió todo y los poetas son como los científicos, hacen verdaderas invenciones.
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