vista desde el living del club
Creo recordar que era noviembre de 2003 o quizás 2004, por esos años disfrutaba mi membresía al club de pesca Norysur, una antigua asociación de pescadores de la Patagonia con sede en el Lago Meliquina.
La ubicación del club es privilegiada, con una vista imponente del lago y las montañas adyacentes, una antigua cabaña de troncos con una gran sala con ventanales enormes, una chimenea de troncos y hasta un bar bien provisto son la recepción más bella que recuerde, luego las habitaciones con dos camas individuales cada una, modestas pero cómodas y limpias. Finalmente un gran parque, una cabaña adicional para pocas personas y hasta un lago privado lleno de truchas criadas allí mismo para satisfacer la demanda gastronómica de los pasajeros sin necesidad de mermar las existencias del lago, sus arroyos y ríos circundantes. Hasta la electricidad es autoabastecida mediante un generador de electricidad que utiliza como fuerza motriz el agua de uno de un pequeño pero caudaloso arroyo que atraviesa la propiedad.
La entrada está por la ruta provincial 63 cerca de la cabecera norte del lago justo frente a otra grande y muy hermosa cabaña de troncos llamada "el viejo botín" que algunos lugareños mencionaban como propiedad de Alfredo Yabrán, un tristemente célebre empresario a quien se le atribuyó ordenar la muerte del fotógrafo José Luis Cabezas en el año 1997.
Volviendo al tema que nos ocupa, ese año había invitado a mi amigo de toda la vida, Horacio, a pasar unos días conmigo en el club y disfrutar de sus comodidades, de su ubicación y de la pesca por la zona.
El bar y la chimenea
La mañana del primer día luego de un desayuno monumental con el que solía agasajar a sus pasajeros la por entonces famosa y antigua cocinera del club, tomamos un bote y comenzamos a recorrer el lago parando en cada bajada de los innumerables arroyos que tributan sus aguas y colaboran en mantener el nivel del Meliquina. Es sabido que las salidas de los arroyos aportan nutrientes e insectos y los peces, conocedores de estas características se apostan en las proximidades para obtener el ansiado alimento que les permita sobrevivir.
Nos estaba yendo muy bien y en cada parada obteníamos varios peces que eran devueltos al agua con el menor daño posible. Cada tanto nos retratábamos con mi Ricoh x35 cargada con un rollo Kodak de 100 ASA y 36 fotos. En una de esas paradas obtuve una excelente trucha arco iris de muy buen tamaño y mi amigo se apuró para llegar a mi lado e inmortalizar con una foto tan buena captura. No se que inconveniente tuvo que lo demoró más de la cuenta y en el momento en que yo estaba en pose con el bello pez entre mis manos el saca la fotografía en el mismo instante en que el pez, cansado de esperar, hizo un brusco movimiento y se soltó de mi mano cayendo al agua y emprendiendo una veloz corrida hacia la seguridad de las profundidades.
Le pregunté a mi amigo:
_ ¿pudiste sacar la foto a tiempo?
_ quedate tranquilo que salió perfecta.
Seguimos pescando y pasamos unos días maravillosos, al regresar a Buenos Aires envié mis rollos a revelar y cuando vi la foto no pude dejar de sonreír.
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