Como tantas otras veces, a poco de llegar a Esquel para pasar mis vacaciones fui a visitar a mi amiga Raine cuando aún vivía en la Aldea Escolar, muy cerca de Trevelin, en esa bucólica casa refaccionada y decorada como solo ella pudo hacerlo.
La encontré como siempre rodeada de amigos y parientes y rápidamente me uní a la rueda de mates y anécdotas de todos. Cuando llegó su turno, la anfitriona contó que en uno de sus tantos viajes solo para conocer gente e historias, acertó a pasar por Los Cipreses, camino a la frontera con Chile en el cercano paso de Futaleufú y descubrió una vieja casa, medio derruida y cubierta de vegetación por años de crecimiento descontrolado y abandono.
Dada su condición de investigadora e historiadora no pudo resistir la tentación de parar el vehículo y acercarse a la antigua construcción. Según dice, inmediatamente y a medida que se acercaba a la casa, la invadía una sensación de tristeza y abatimiento. Comenzó a creer que no estaba sola, pero lo estaba, o al menos eso pensaba.
Al volver a la aldea su curiosidad iba en aumento y comenzó a investigar sobre la casa, algo le decía que la historia sería cautivadora.
En 1894 arribó a la Patagonia el velero Vesta, traía 465 nuevos colonos galeses que se sumaban a otras oleadas llegadas tiempo atrás. Entre ellos estaba Dalar Evans, su esposa Esther Williams y sus 7 hijos. Inmediatamente se trasladaron al fértil y promisorio valle de Trevelin y allí construyeron su primer hogar, una pequeña cabaña de adobe. El nombre que le pusieron a esa casa fue Bod Eglwur o Lugar Claro en castellano. Probablemente porque desde su ubicación se podía visualizar todo el hermoso valle.
Madryn, último hijo de la pareja de colonos y único nacido en el país, contaba con 8 años de edad en 1905 y como todas las tardes salió a pasear y jugar por los alrededores de la casa, al caer el sol y viendo la madre que no volvía, organizó su búsqueda que se extendió hasta muy entrada la noche y concluyó con el descubrimiento del cuerpo sin vida del pobre niño, oculto entre el follaje y medio comido por un puma. En la mañana siguiente la familia mató un cordero y lo envenenó para dejarlo en inmediaciones del lugar donde había aparecido el cuerpo de Madryn. A las pocas horas encontraron muerto al puma. Triste e inútil venganza.
Los Evans no tuvieron más hijos y una década más tarde construyeron la casa que mi amiga encontró en su paseo.
Al cumplirse el centenario de la llegada del Vespa, los descendientes de la familia se reunieron en el lugar para celebrar el acontecimiento y desde entonces se reúnen cada navidad y año nuevo.
La ronda de mates se alarga, como las sombras del sol que ya se oculta tras los cerros, Raine apura la conclusión de su historia.
En su recorrida por los alrededores de la propiedad sintió como que un duende la seguía, haciendo crujir alguna rama en la hojarasca o escondiéndose detrás de un Raulí o de un álamo. Seguramente el pequeño niño vagaba por allí y se resistía a abandonar el hogar y el lugar de sus juegos y aventuras.
El terreno donde fue hallado su cuerpo está cerca de un estrecho y somero arroyo, cubierto por verdes hierbas y pequeñas margaritas llenas de luz y color.
Cuando subí a mi auto y emprendí el camino de regreso a Esquel también yo sentí una gran congoja y me encontré imaginando el lugar donde se emplaza la casa y hasta me pareció ver al duende jugando.
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