En estos tiempos, donde nacen y mueren fiestas populares, festivales y proyectos culturales en general, donde las propuestas gubernamentales parecen olvidarse de la cultura y de sus expresiones, parece imposible, diría hasta casi milagroso llegar a los 16 trabunes.
Para entenderlo, es necesario remontarnos a los orígenes del Trabún a fines de los 70.
En aquel tiempo, mientras en los cuarteles se preparaban para una posible guerra con Chile, y hasta en las escuelas se ensayaban salidas de emergencia por los posibles bombardeos, en la calle la gente se preguntaba: ¿guerra? ¿con quién?.
Esto, tan poco difícil de responder en otros lugares del país, en San Martín tenía una particularidad: el 40% de la población era de origen o descendiente de chilenos.
Un grupo de vecinos entonces, se empezó a organizar para encontrar un modo de expresar la falacia de tal enfrentamiento, pero no era posible hacer mucho. Al menos hasta la llegada de la democracia.
Por eso no es casual que el renacer de la democracia y el nacimiento del Trabún coincidan en los tiempos.
En 1984 se realiza el primer encuentro, organizado por la peña Numilen y el Centro de residentes chilenos, a través de la única manifestación que no responde a frontera alguna: la cultura.
En este primer encuentro se convoca a músicos, poetas, actores, artesanos, comunidades mapuches, etc.
En ese año y en los sucesivos encuentros comienzan a llegar grupos culturales de Chile, que encontraron en el trabún un lugar para expresar lo que en su país, bajo la dictadura pinochetista, no podían.
Con el correr de los años este encuentro logra una identidad que tiene mucho que ver con su origen. Resistir, no solo a la guerra, resistir, resistir desde lo cultural o cultura de la resistencia.
Esto se logra gracias a los participantes, que lejos de cobrar cachet alguno, llegaron a poner guita de su bolsillo para poder llegar y actuar.
De este modo el Trabún se convierte en un espacio alternativo por donde han pasado músicos como MPA, Leda Valladares, Jorge Marzialli, Raúl Carnota, Las Hermanas Cari, Fortunato Ramos, Aimé Painé, Marta Pirén, Hermanos Berbel, Adrián Abonizio, Dúo Coplanacu, Gustavo Patiño, etc.; al que se fueron incorporando poetas de todas partes del país y de latinoamérica; titiriteros y marionetistas –entre ellos el inolvidable Javier Villafañe-, mas de un centenar de artesanos, bailarines, artistas plásticos, muralistas y actores como Luisa Calcumil que se suman año a año junto a todos los que tengan la necesidad de expresar un mensaje a través de la cultura.
El trabún se caracteriza por no programar "grandes" figuras que habitualmente aparecen en los medios de comunicación, ni artistas festivaleros en busca de un aplauso fácil pero carentes de sentimiento, emoción y calidad.
Por el contrario, este encuentro es un espacio para poder ver y escuchar a todos aquellos que pese a realizar un trabajo serio, y a haber desarrollado un compromiso ético y estético con la cultura popular, no llegan por lo general al público de esta región.
El Trabún fue creciendo, sembrando semillas y dando nuevos frutos.
Es así como nacen encuentros como La Patagonia Canta en Bariloche, el encuentro de músicos pampeanos, el TrenTrahuen en Cutral Co o el Abambae en Posadas, Misiones.
Un factor importante para su permanencia es su organización, con una estructura horizontal integrada -para asegurar el pluralismo- por todas las instituciones no gubernamentales de San Martín de los Andes. Es así como las juntas vecinales, las comunidades mapuches, cooperadoras escolares, clubes deportivos, etc. mandan a sus representantes para participar de las decisiones y poner el hombro en éste, el mayor evento cultural de la provincia.
Todos los años, el segundo fin de semana del mes de diciembre se monta un escenario en la plaza principal y trece kioscos con comidas y bebidas típicas, que están a cargo de instituciones sin fines de lucro, para asegurar que lo que se recaude vuelva al pueblo en obras.
En cada esquina se prenden fogones donde los mismos músicos que pasaron por el escenario principal prolongan la fiesta en contacto directo con la gente.
La manzana queda rodeada por cientos de artesanos que muestran y venden sus producciones, y entre ellos se destacan los puestos de las comunidades mapuches ofreciendo matraz, tallados en madera, tejidos, etc.
Durante la mañana los titiriteros recorren los barrios y por la tarde se instalan en la plaza llevando adelante su función, pero también todos tienen la opción de ser protagonistas participando de los diversos talleres, recitales o el infaltable Pichi Trabún, destinado a menores de 16 años.
Este último, asegura la continuidad del espíritu del encuentro, ya que en los últimos años en que se viene realizando, convoca a muchísimos niños que pasan por el escenario dejando sus danzas, música y canto.
Este año se realiza la 16º edición del "Encuentro de los Pueblos" los días 10, 11 y 12 de diciembre, y es una buena oportunidad para vivir durante 3 días una experiencia única, muy difícil de olvidar.
Porque además de ser una fiesta que integra las diferentes expresiones de Argentina y Chile, arriba y debajo del escenario, constituye, como afirmara el músico y compositor Moncho Mieres, una de las últimas trincheras de la cultura popular.
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