“En medio de una importante crisis del capitalismo globalizado, conocer un poco de China nos trae esperanza.
La ‘Economia Social de Mercado’ es una parte sustancial del proceso global que venimos transitando los últimos años.
Este camino ha generado a la sociedad global enormes beneficios, ha generado empleos y riqueza y ha sacado a mucha gente de la pobreza, pero tiene aun enormes deudas pendientes”, sostienen los columnistas.
“Siempre pensamos a China como un lugar al que hay que venderle o comprarle algo.
Pero también se la puede pensar como un caso del cual hay cosas que aprender”
China ha realizado una transformación sin precedentes en la historia de la humanidad. En los últimos 20 años se movieron 400 millones de personas del campo a centros urbanos y se espera que, en los próximos 10 años, 300 millones sigan el mismo camino.
El proceso se ha realizado siguiendo un orden y generando en la población, en general, una mayor calidad de vida. Los nuevos habitantes urbanos tienen viviendas dignas, servicios y espacios públicos de calidad, medios de transporte de última generación. No encuentro mucho interés en las estadísticas, pero son necesarias en este caso para poder tener un orden de magnitud de las cosas: las autopistas, que eran 1.000 km en 1990, pasaron de 16.000 km en el 2006 a 36.000 km en el 2020; en el 2013 tendrán 13.000 km de trenes de alta velocidad; Shangai hoy tiene 340 km de subterráneos y en el 1996 no tenía una sola línea. Estos cambios también lo fueron en lo cultural y en los patrones y hábitos de consumo; la sociedad es más exigente con la limpieza, la calidad y la salubridad. Hace 20 años no podíamos imaginar, ni siquiera construir una hipótesis, sobre cómo sería posible hacerlo. Los chinos lo hicieron.
Siempre pensamos a China únicamente como un lugar al que hay que venderle o comprarle algo. Me gusta pensar en qué podemos ofrecerle a China y qué nos puede dar a nosotros. Hay en este sentido una notable complementariedad entre Argentina y China, pero los invitamos también a pensar en China como un caso sobre el que hay que aprender. China rompió los límites de lo que una sociedad organizada puede lograr.
En medio de una importante crisis del capitalismo globalizado, conocer un poco de China nos trae esperanza, la “Economia Social de Mercado” es una parte sustancial del proceso global que venimos transitando los últimos años. Este camino ha generado a la sociedad global enormes beneficios, ha generado empleos y riqueza y ha sacado a mucha gente de la pobreza, pero tiene aun enormes deudas pendientes. Hay menos pobres pero más diferencias entre ricos y pobres, hay más trabajo pero menos seguridad, hay más riqueza pero mas volatilidad, todo es más efímero. La realidad se ha vuelto menos previsible, más turbulenta y el temor es mayor.
En China no hay un modelo sino varios que conviven y lo único que los une es la capacidad de adaptación y de experimentación, flexibilidad y cambio. La economía social de mercado podría llamarse Capitalismo o Socialismo del Siglo XXI y seguramente tendría recomendaciones diferentes de acuerdo a cada cultura, país o región. En estas circunstancias es difícil decir qué hay que hacer, pero hay cierta claridad sobre lo que no hay que hacer.
China nos enseña que las transformaciones deben ser rápidas pero no disruptivas, tienen que ser parte de un proceso de cambios en una misma dirección y sostenerla con proactividad en las adaptaciones. La liberalización de la economía no necesariamente se relaciona con una democracia, en el sentido occidental de la misma, y el Estado podría llegar a controlar sectores claves de la economía pero esto no significa que tenga que gestionarlos. El poder debe ser compartido, la complejidad del mundo actual necesita de soluciones flexibles y esto se genera donde lo diverso interactúa. Un legado importante de Deng ha sido justamente la construcción de un sistema de poder equilibrado y nada unipersonal.
Las bases conceptuales del desarrollo diseñado por Deng y que fueron modificadas varias veces por sus sucesores son: la apertura a las inversiones de adentro y de afuera (si no están estas últimas, no se pueden hacer estas transformaciones en corto plazo), la reforma de los sistemas políticos y de las leyes que eviten la concentración del poder, descentralización administrativa y en la toma de decisiones, gestión privada e incentivos para que los emprendedores se enriquezcan, el Estado que controla pero facilita, educación para todos basada en la meritocracia, inversión urgente en infraestructura básica (rutas, ciudades, trenes, aeropuertos, vivienda, servicios públicos), entre otras .
Por supuesto que los desafíos son enormes y este proceso trajo muchas dificultades. Deng dijo que “cuando uno abre la ventana, además del aire fresco, pueden entrar moscas”. China nos enseña cómo abrir la ventana; sobre cuando abrirla no se discute: cuanto antes, mejor.
Si te ha gustado el artículo inscribete al feed clicando en la imagen más abajo para tenerte siempre actualizado sobre los nuevos contenidos del blog:
Espero que esta publicación te haya gustado. Si tienes alguna duda, consulta o quieras complementar este post, no dudes en escribir en la zona de comentarios. También puedes visitar Facebook, Twitter, Google +, Linkedin, Instagram, Pinterest y Feedly donde encontrarás información complementaria a este blog. COMPARTE EN!
0 comentarios:
Publicar un comentario
No incluyas enlaces clicables. No escribas los comentarios en mayúsculas. Caso contrario serán borrados. Muchas gracias por la colaboración..