El fenómeno “El Niño” ha comenzado en el océano Pacífico y probablemente continuará a lo largo del año y a principios del 2010, informó ayer la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
“El Niño” de este año es moderado en comparación con el de 1997, cuando la temperatura subió hasta dos grados.
Su nombre se refiere al niño Jesús, porque el fenómeno ocurre aproximadamente en el tiempo de Navidad en el Oceano Pacífico.
El Niño es un fenómeno meteorológico que se da en el Pacífico, cuyo origen mantiene relación con el nivel de la superficie oceánica y sus anomalías térmicas.
En términos prácticos, la ocurrencia de El Niño significa que muchas regiones normalmente húmedas, como Indonesia, llegan a ser secas, mientras que las áreas normalmente secas, como las de la costa oeste de América, se humedecen con precipitaciones intensas.
Es un fenómeno cíclico, se dá cada 5 o 10 años y produce grandes repercusiones sobre la vida tanto del océano como del continente, y en el mundo entero, ya que conlleva fuertes sequías e inundaciones.
No hay pruebas que demuestren que el cambio climático afecte la frecuencia del fenómeno.
Se sabe de la existencia de el Niño desde hace tiempo, unos 13.000 años pero sólo desde el Siglo XIX los estudiosos empezaron a identificar el fenómeno e interesarse de sus consecuencias.
El Niño es un fenómeno de macro escala y en la actualidad es de gran interés, puesto que ofrece a la climatología un marco de explicaciones para comprender los cambios de largo plazo.
Todas las inundaciones o fuertes lluvias no son necesariamente provocadas por el Fenómeno El Niño.
La zona costera del norte de Perú es la única parte de Perú en la que las precipitaciones muy fuertes y las inundaciones están ligadas indiscutiblemente a "El Niño". Tanto en el sur de Perú como en el Altiplano boliviano.
La Niña
También se la conoce como "Anti-Niño": es el proceso inverso al fenómeno de "El Niño" el cual también afecta las condiciones climatológicas del planeta.
La Niña se caracteriza por una bajada de la temperatura de la superficie del mar, lo que suele provocar en general un tiempo más seco y fresco de lo normal. Por su parte, El Niño se relaciona con una temperatura alta del agua que conduce a un ambiente más húmedo y lluvioso.
No obstante, estas condiciones varían también según las zonas del planeta. Por ejemplo, en diversas partes de Australia e Indonesia, El Niño suele provocar épocas de sequía, mientras que La Niña suele conducir a un ambiente más húmedo de lo normal.
Cuando El Niño finaliza, no le sigue siempre La Niña, aunque suele ser lo habitual. En este sentido, El Niño suele producirse en más ocasiones que La Niña.
Un enfriamiento anormal en el Pacífico oriental produce condiciones más o menos contrarias de las creadas por El Niño. Tal vez La Niña se produce para corregir el desequilibrio de calor que El Niño representa.
Al igual que con El Niño, los efectos de La Niña son más pronunciados de diciembre a marzo.
Los efectos más impresionantes se producen cuando estos dos fenómenos climáticos son más fuertes de lo normal, el llamado Mega-Niño.
El Mega-Niño
Evidencias científicas nos indican que la destrucción de civilizaciones enteras no fué fruto de guerras o pestes, sino que por el contrario, de grandes desordenes climáticos que produjeron sequías de varias décadas, lo que extinguió toda forma de vida causadas por un mega-niño (y su consecuente mega-niña).
Aproximadamente hace 4000 años, súbitamente el esplendor de una cultura se apagó de forma dramática y violenta. La evidencia de este caos cultural, ha sido encontrada por los arqueólogos en las tablillas de arcilla conocidas como las “lamentaciones de UR”, ciudad Babilónica azotada por un cambio climático demencial.
Se le supone el causante de la repentina desaparición de la civilización Maya.
La civilización Inca conocía este fenómeno y tal vez por eso construyeron sus ciudades en las montañas.
Según los registros históricos, 600.000 personas murieron en una sola región de la India debido a sequías producidas por un mega-niño entre 1789-1793.
En la Historia, se han produccido 9 eventos muy fuertes en 475 años, es decir aproximadamente cada 50 años.
Un mega-niño es devastador. Para ver sus efectos veamos el último mega-niño, que fué entre 1997/1998:
Se levantó del Pacífico tropical a finales de 1997, teniendo más energía que un millón de bombas de Hiroshima.
Durante su curso, de ocho meses, este super-niño había trastornado los patrones climáticos en todo el mundo, mataron a un estimado 2.100 personas, y causó al menos 33 millones de dólares en daños materiales.
Con este super-niño fue la primera vez en la historia humana que los científicos del clima fueron capaces de predecir inundaciones y sequías anormales.
La temporada 1998 de La Niña fue el huracán más mortífero en los últimos dos siglos.
Perú fue donde todo empezó, pero los efectos anormales de El Niño en el clima, sol, temperatura, presión atmosférica, viento, humedad, precipitación, formación de nubes y las corrientes oceánicas cambió los patrones del clima en el Pacífico ecuatorial y en medio mundo:
Indonesia y las regiones circundantes sufrieron meses de sequía. Los incendios forestales quemaron con furia Sumatra, Borneo y Malasia.
Las temperaturas alcanzaron los 42 °C en Mongolia, las precipitaciones de Kenia fueron de 100 centímetros cúbicos por encima de lo normal. Europa Central sufrió inundaciones sin precedentes que mató a 55 en Polonia y 60 en la República Checa, y Madagascar fué maltratada con monzones y ciclones .
En los EE.UU hubo deslizamientos de tierra e inundaciones repentinas aplanado comunidades de California a Mississippi, las tormentas azotaron la costa del Golfo y tornados en Florida.
Hoy se pueden predecir estos fenómenos climáticos pero ¿como prevenir las consecuencias humanas y económicas que acarrean estos mega-niños en todo el mundo?
Fuentes:
National Geographic
Organización Meteorológica Mundial
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