Pensemos en Fuerza-G como en un platillo preparado con ingredientes apetecibles para niños, a manos de un chef muy profesional: más propenso al cálculo que a la creatividad.
Veamos los componentes generales del menú: simpáticos roedores animados y actores reales; trama de comedia de espías; argumento basado en nuevas tecnologías; acción, humor, algo de emoción y sobre todo impacto visual, en especial en las salas en que la película es exhibida en 3-D. En resumen: un producto propicio para paladares infantiles, sin muchos riesgos ni innovaciones.
Cuatro cobayos y un topo forman parte de un escuadrón secreto que combate a un poderoso fabricante de electrodomésticos que quiere apoderarse secretamente del mundo.
Al mismo tiempo, deben escaparse del FBI, que los persigue por ser supuestos impostores (la dura vida de los conejillos de Indias, despanzurrados en experimentaciones, queda atenuada por el humor). En la versión original, algunas de las voces son de Nicolas Cage, Penélope Cruz y el gran Steve Buscemi. En la versión doblada, Favio Posca es Darwin, el líder del grupo; y Gloria Estefan, Juarez, la seductora y algo histérica dama del equipo.
La historia no se aparta de los clichés genéricos y el fluir previsible, salvo -en parte- por un giro que da en su tramo final. El perfil y la personalidad del villano están poco desarrollados, como si fuera un personaje de escasa importancia. En definitiva, las secuencias de acción tienen menos sustancia que los pasajes cómicos.
El mejor tramo es el que muestra a los cobayos encerrados junto a un hámster acomplejado, a la venta, en una jaula de vidrio de una veterinaria. Hoyt Yeatman, el director debutante, es experto en efectos especiales y ganó un Oscar por su trabajo en El abismo, de James Cameron. Nada que discutirle, desde luego, en el aspecto visual; el resto se mueve en las coordenadas de la medianía.
Veamos los componentes generales del menú: simpáticos roedores animados y actores reales; trama de comedia de espías; argumento basado en nuevas tecnologías; acción, humor, algo de emoción y sobre todo impacto visual, en especial en las salas en que la película es exhibida en 3-D. En resumen: un producto propicio para paladares infantiles, sin muchos riesgos ni innovaciones.
Cuatro cobayos y un topo forman parte de un escuadrón secreto que combate a un poderoso fabricante de electrodomésticos que quiere apoderarse secretamente del mundo.
Al mismo tiempo, deben escaparse del FBI, que los persigue por ser supuestos impostores (la dura vida de los conejillos de Indias, despanzurrados en experimentaciones, queda atenuada por el humor). En la versión original, algunas de las voces son de Nicolas Cage, Penélope Cruz y el gran Steve Buscemi. En la versión doblada, Favio Posca es Darwin, el líder del grupo; y Gloria Estefan, Juarez, la seductora y algo histérica dama del equipo.
La historia no se aparta de los clichés genéricos y el fluir previsible, salvo -en parte- por un giro que da en su tramo final. El perfil y la personalidad del villano están poco desarrollados, como si fuera un personaje de escasa importancia. En definitiva, las secuencias de acción tienen menos sustancia que los pasajes cómicos.
El mejor tramo es el que muestra a los cobayos encerrados junto a un hámster acomplejado, a la venta, en una jaula de vidrio de una veterinaria. Hoyt Yeatman, el director debutante, es experto en efectos especiales y ganó un Oscar por su trabajo en El abismo, de James Cameron. Nada que discutirle, desde luego, en el aspecto visual; el resto se mueve en las coordenadas de la medianía.
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