General Motors ha surgido de la bancarrota tras la creación de una “nueva GM”, formada por los mejores activos de la compañía fabricante de automóviles que apenas hace meses ocupó el primer lugar en ventas a nivel mundial.
Aunque existe optimismo por el hecho de que la empresa ha sido recapitalizada por el Estado, con menos plantas y trabajadores, hay sin embargo mucho escepticismo en torno a la receptividad que puedan tener en el futuro sus nuevos autos, más pequeños y "de vanguardia".
El director ejecutivo de la firma, Fritz Henderson, dijo que se trata del “comienzo de una nueva era”.
GM tendrá ahora sólo cuatro marcas propias incluyendo Cadillac, mientras que el 73% de la compañía pertenecerá al Estado, tanto estadounidense como canadiense.
Henderson informó que continuaban negociando contrarreloj para concluir un acuerdo para la venta de GM Europa que incluye a Opell y Vauxhall.
El directivo cree que deberían tomar la “intensidad, firmeza y rapidez” del proceso de quiebra para aplicarlos a la nueva empresa.
“Vamos a ser rentables, vamos a devolver los préstamos recibidos lo más rápido posible y nuestros autos y camiones van a estar entre los mejores del mundo”, confió Henderson.
La nueva GM es muy diferente de su antecesora.
Será mucho más chica y fabricará sólo cuatro marcas de vehículos, empleando alrededor de 22.000 personas menos que antes, precisó desde Nueva York el especialista en negocios de la BBC, Greg Wood.
En EE.UU. operará con 13 plantas menos que las que funcionaban el año pasado.
Problemas a largo plazo
Analistas de temas industriales interpretan la bancarrota en el corto plazo como una buena señal.
“Es más pequeña, más ágil, más resistente y con los costos mejor concentrados”, opinó George Magliano, de la consultora IHS Global Insight.
“Pero ellos todavía tienen que acordar cómo afrontar los problemas a largo plazo”.
Los especialistas sostienen que GM necesitará cambiar lo que ofrece a los consumidores y producir más vehículos de vanguardia.
“Todavía soy cautelosamente optimista, ellos necesitan lanzar un producto que todos estén entusiasmados en comprar”, afirmó Pete Hastings, analista de Morgan Keegan.
“El desafío en el futuro es cómo acercarse a un mercado que ha sido quemado por GM”, agregó.
La empresa ha perdido en enero el título de mayor fabricante de autos del mundo.
Toyota vendió 8,97 millones de vehículos en 2008, mientras que las ventas globales de GM han caído a 8,35 millones de vehículos.
Operará con la parte más fuerte de la antigua empresa: Chevrolet, Cadillac, Buick y GMC. Otras marcas como Hummer y Saab están en venta.
Devolución de préstamos
El director ejecutivo de GM confió en que pagarán los préstamos recibidos antes de que venza el plazo.
GM dijo que planea devolver los préstamos otorgados por el gobierno antes del vencimiento de los plazos que fue establecido para el año 2015.
La empresa está recibiendo un financiamiento de US$ 60.000 millones del Tesoro estadounidense, lo que le da al Estado el 61% de las acciones; mientras que el sindicato que nuclea a los trabajadores (United Auto Workers) tendrá el 17,5%.
El gobierno de Canadá va a tener el 12% de las acciones, mientras que a los tenedores de bonos de GM les va a pertenecer alrededor del 10% de la nueva compañía.
GM dice que espera que la compañía vuelva a cotizar en el mercado de valores “tan pronto como sea posible”.
El gobierno estadounidense, en tanto, ha dicho que no quiere participar en la administración diaria del fabricante de autos.
La compañía dijo también que estaba estudiando una sociedad con el sitio de ventas en internet e-Bay para facilitar a los clientes la compra de automóviles.
Camino complicado
GM se declaró en bancarrota el pasado 1 de junio, diciendo que se verían forzados a cerrar si el plan no era aprobado.
Ese plan recibió un fuerte respaldo del presidente Barack Obama y el período de bancarrota de 40 días terminó dos días antes que el de su rival Chrysler.
Sin embargo, es poco probable que sea un camino fácil para las dos compañías automotrices.
Las ventas de automóviles estadounidenses han sido durante golpeadas por la crisis que ha hecho más duro el acceso al crédito y ha vuelto a los consumidores más reacios a realizar grandes compras.
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