Es habitual asociar Internet, o en concreto la Web, con una enorme fuente de información en la que podemos encontrar cualquier cosa que busquemos tarde o temprano.
Parte de la culpa de este mito (¿infundado?) la tienen las corrientes de pensamiento tecno-utópicas como la de la revista Wired.
Autores como John Perry Barlow (sí, el de los Grateful Dead) también forman parte de esta corriente. De hecho, Barlow fue pionero a la hora de hablar de la economía de la información, y en su ensayo Economía de las ideas trataba la información casi como un ser vivo: se mueve, cambia,quiere ser libre, es perecedera.
En efecto, la cantidad de información que podemos encontrar en la red es inmensa, especialmente ahora que se ha puesto el foco en los servicios en la nube y en el acceso antes que en la descarga. El problema es que la Web está concebida como un sistema en el que se pueden asociar dos documentos cualesquiera de forma arbitraria mediante los enlaces de hipertexto (links). Y la Web ha evolucionado muchísimo en dos décadas.
Pero los enlaces no.
Por ejemplo, antes de la crisis de las puntocom el alojamiento de las páginas web personales no siempre iba acompañado de la posesión de un dominio propio. Uno de los ejemplos más tontos lo podemos encontrar en las páginas de Geocities de Yahoo. Y digo que es un ejemplo tonto porque confío en que a estas alturas ya nadie tendrá enlazadas estas páginas en sus blog. En la misma línea, el grupo finés Stratovarius indicaba en el libreto de su album Episode (1996) que su página web oficial estaba en la dirección http://www.netlife.fi/stratovarius. Esto nos da una idea de la imagen que había de la Web en esos primeros años.
El caso de los blogs bien podría ser el equivalente de la web 2.0. Tras la fiebre inicial en la que todo el mundo tenía un blog, los ánimos se fueron calmando. En muchos casos los blogs han quedado desatendidos y no sus propietarios no los actualizan, pero también han sido eliminados, bien porque sus dueños decidieron borrarlos, o bien porque las plataformas eliminaron las cuentas de los autores (por ejemplo, por cuestiones de infracción de copyright). Los enlaces a esos blogs han quedado huérfanos desde entonces.
Los blogs personales son casos puntuales, y es de suponer que los más influyentes seguirán activos. Pero otros servicios han surgido y desaparecido por el camino, desde Mobuzz TV hasta la rey de los servicios de file hosting Megaupload. Y es que algunas almas inocentes utilizaban Megaupload para guardar copias de seguridad de archivos de creación propia. Sin ir más lejos, los podcast enlazados en este blog se encontraban allí.
Todos los ejemplos vistos hasta ahora tienen algo en común: ha desaparecido la fuente original. En algunos casos, como el de películas subidas a Megaupload, es fácil encontrar el recurso en una localización alternativa. En otros, como el de blogs personales, se pierde esa información, ese toque personal de su autor por modesto que sea. Otro tema es si se trata de una gran pérdida.
Sin embargo, a veces la información que debería estar en su sitio resulta que no lo está. Un ejemplo. Desde 2001, la Fundación Orange edita un informe anual sobre la Sociedad de la Información en España (eEspaña). En su web, aunque se puede acceder al histórico de informes anuales, no todos están disponibles, en concreto los de los años 2001 a 2004. O no hay enlaces a los documentos en PDF, o son erróneos.
Existen formas de recuperar algunos contenidos eliminados como la memoria caché de los servidores. La búsqueda en caché que permite Google ha permitido recuperar esos tuis desafortunados que sus autores se apresuraron a eliminar. También existe el Internet archive (Wayback Machine), un proyecto que almacena las diferentes modificaciones de un sitio web a lo largo del tiempo. Tiene registros desde 1996 y hoy sigue funcionando. Si bien las páginas no siempre se visualizan de forma óptima (banners, publicidad, etc.), en alguna ocasión me ha ayudado a encontrar alguna información que no podía localizar.
La Web nunca ha sido una biblioteca ni un archivo general, y no debemos verla bajo esa perspectiva. Es una estructura determinada para enlazar documentos, ni más ni menos. Su evolución ha dependido, y depende, de los usos que le hemos ido dando durante estos años. La red es un aliado para ejercer el derecho a la información y a la libertad de expresión, pero estos derechos deben convivir y respetar otros derechos como el de intimidad y el derecho a rectificar y cambiar nuestras opiniones.
Y vosotros ¿habéis tenido la frustrante experiencia de no encontrar una información que debería estar en una web? Vuestros comentarios y opiniones son bien recibidos.
Parte de la culpa de este mito (¿infundado?) la tienen las corrientes de pensamiento tecno-utópicas como la de la revista Wired.
Autores como John Perry Barlow (sí, el de los Grateful Dead) también forman parte de esta corriente. De hecho, Barlow fue pionero a la hora de hablar de la economía de la información, y en su ensayo Economía de las ideas trataba la información casi como un ser vivo: se mueve, cambia,quiere ser libre, es perecedera.
En efecto, la cantidad de información que podemos encontrar en la red es inmensa, especialmente ahora que se ha puesto el foco en los servicios en la nube y en el acceso antes que en la descarga. El problema es que la Web está concebida como un sistema en el que se pueden asociar dos documentos cualesquiera de forma arbitraria mediante los enlaces de hipertexto (links). Y la Web ha evolucionado muchísimo en dos décadas.
Pero los enlaces no.
Por ejemplo, antes de la crisis de las puntocom el alojamiento de las páginas web personales no siempre iba acompañado de la posesión de un dominio propio. Uno de los ejemplos más tontos lo podemos encontrar en las páginas de Geocities de Yahoo. Y digo que es un ejemplo tonto porque confío en que a estas alturas ya nadie tendrá enlazadas estas páginas en sus blog. En la misma línea, el grupo finés Stratovarius indicaba en el libreto de su album Episode (1996) que su página web oficial estaba en la dirección http://www.netlife.fi/stratovarius. Esto nos da una idea de la imagen que había de la Web en esos primeros años.
Los blogs personales son casos puntuales, y es de suponer que los más influyentes seguirán activos. Pero otros servicios han surgido y desaparecido por el camino, desde Mobuzz TV hasta la rey de los servicios de file hosting Megaupload. Y es que algunas almas inocentes utilizaban Megaupload para guardar copias de seguridad de archivos de creación propia. Sin ir más lejos, los podcast enlazados en este blog se encontraban allí.
Todos los ejemplos vistos hasta ahora tienen algo en común: ha desaparecido la fuente original. En algunos casos, como el de películas subidas a Megaupload, es fácil encontrar el recurso en una localización alternativa. En otros, como el de blogs personales, se pierde esa información, ese toque personal de su autor por modesto que sea. Otro tema es si se trata de una gran pérdida.
Sin embargo, a veces la información que debería estar en su sitio resulta que no lo está. Un ejemplo. Desde 2001, la Fundación Orange edita un informe anual sobre la Sociedad de la Información en España (eEspaña). En su web, aunque se puede acceder al histórico de informes anuales, no todos están disponibles, en concreto los de los años 2001 a 2004. O no hay enlaces a los documentos en PDF, o son erróneos.
Existen formas de recuperar algunos contenidos eliminados como la memoria caché de los servidores. La búsqueda en caché que permite Google ha permitido recuperar esos tuis desafortunados que sus autores se apresuraron a eliminar. También existe el Internet archive (Wayback Machine), un proyecto que almacena las diferentes modificaciones de un sitio web a lo largo del tiempo. Tiene registros desde 1996 y hoy sigue funcionando. Si bien las páginas no siempre se visualizan de forma óptima (banners, publicidad, etc.), en alguna ocasión me ha ayudado a encontrar alguna información que no podía localizar.
La Web nunca ha sido una biblioteca ni un archivo general, y no debemos verla bajo esa perspectiva. Es una estructura determinada para enlazar documentos, ni más ni menos. Su evolución ha dependido, y depende, de los usos que le hemos ido dando durante estos años. La red es un aliado para ejercer el derecho a la información y a la libertad de expresión, pero estos derechos deben convivir y respetar otros derechos como el de intimidad y el derecho a rectificar y cambiar nuestras opiniones.
Y vosotros ¿habéis tenido la frustrante experiencia de no encontrar una información que debería estar en una web? Vuestros comentarios y opiniones son bien recibidos.
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